Los estudiantes de instituto procedentes de familias de bajos ingresos obtienen mejores calificaciones en las asignaturas de ciencias cuando logran calmar sus emociones negativas antes de los exámenes. Así lo indica una nueva investigación que analiza cómo la inseguridad influye en el éxito académico.
Algunos estudiantes experimentan verdadera angustia a la hora de enfrentarse a las asignaturas de ciencias. En el caso de los números, este fenómeno se conoce como ansiedad matemática y tiene mucho que ver con factores psicosociales.
Para saber más sobre cómo afecta este bloqueo en el rendimiento académico, un equipo de investigadores estadounidenses liderado por Christopher S. Rozek, del Departamento de Psicología de la Universidad de Stanford, ha comparado las notas de más de mil estudiantes de secundaria antes y después de hacer ejercicios para controlar la ansiedad.
Según el estudio, publicado esta semana en la revista PNAS, al regular el estrés y el miedo los estudiantes de familias con rentas bajas mejoran sus resultados en las asignaturas STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés). No ocurre lo mismo con los alumnos de hogares más ricos, que mantienen sus calificaciones.
“Observamos que los estudiantes de bajos ingresos son más propensos a tener ansiedad antes de los exámenes y son más vulnerables frente las emociones negativas, lo que repercute en su desempeño escolar”, declara a Sinc Rozek.
Para los expertos, esto se debe a que algunos jóvenes de entornos menos favorecidos sienten mayor miedo a fracasar que otros con más recursos que, si suspenden pueden contratar clases particulares o acceder a otras vías para alcanzar el éxito académico y profesional.
“También pesa sobre ellos el estereotipo negativo que señala que los estudiantes con peor situación económica sacan notas más bajas. Tienen más presión porque no quieren que se confirme que eso es así", apunta el investigador.
“En la investigación empleamos técnicas para ayudarles a canalizar sus emociones negativas y a adoptar una visión más positiva sobre el estrés, que puede utilizarse para mejorar el rendimiento”, añade.
Para llegar a estas conclusiones, Christopher S. Rozek y sus colegas les pidieron a 1.175 estudiantes estadounidenses de noveno curso (de entre 14 y 15 años), con diferentes situaciones económicas, que realizasen tareas como escribir sobre sus sentimientos antes de los exámenes de finales del primer y segundo semestre del curso de biología.
Estas evaluaciones, las primeras de la escuela secundaria, son especialmente importantes para los alumnos estadounidenses, ya que representan un alto porcentaje de la calificación final del curso.
Según los resultados, solo el 18 % de los alumnos procedentes de hogares con menos ingresos suspendieron las pruebas, frente al 39 % que tenía la materia suspensa antes del experimento. La tasa de fracaso se redujo a la mitad después de que afrontaran los exámenes con una actitud más positiva y calmada.
Si bien los porcentajes pueden variar en función de la escuela, estas cifras muestran que para muchos estudiantes, el éxito no solo se basa en su conocimiento en ciencias, también en su capacidad para regular las emociones.
“La ansiedad es un factor que socava el desempeño de los estudiantes en los cursos de STEM. Los alumnos que tienen presión por sacar buenos resultados no alcanzan todo su potencial. Sus calificaciones no reflejan el conocimiento real y las habilidades desarrolladas durante las clases”, subraya Rozek, que considera importante ayudarles emocionalmente durante los momentos cruciales de sus trayectorias.
Referencia bibliográfica:
Rozek, C. et al. “Reducing socioeconomic disparities in the STEM pipeline through student emotion regulation”. PNAS. 14 de enero de 2019