El Presidente del Comité Científico de la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI) analiza para SINC la repercusión del trabajo que equipo de Craig Venter publicado en la revista Science, y lanza algunas preguntas de fondo. ¿Puede permitirse que el conocimiento científico y los logros tecnológicos pertenezcan y beneficien a unos pocos? ¿A quién beneficiarán estos avances y los análogos futuros?
El genoma del microorganismo Mycoplasma mycoides fue copiado por síntesis, y con algunas variables, la copia se ensambló y transfirió a otra bacteria, el Micoplasma capricolum. Activado en el híbrido resultante (Mycoplasma mycoides JCVI-syn1.0) se logró el desarrollo y división posterior de éste.
Puede decirse que se trata de una transferencia de núcleo o clonación sintética, y por todo cuanto implica el procedimiento, desde el punto de vista científico es un paso de particular importancia que abre numerosas posibilidades a la biología-biotecnología sintética.
La noticia fue presentada con un cuidado marketing, incluyendo expectativas “ilusionadoras" en medicina (producción de vacunas y medicamentos), mejora de alimentos y su producción, medio ambiente (crear microorganismos para eliminar la contaminación de las aguas), y la industria en general (producir hidrocarburos a expensas del CO2 atmosférico por una alga).
Reiterando la trascendencia de lo realizado, el uso de conocimientos ligados a la biotecnología genera la necesidad ineludible de dar respuesta a cuestiones cargadas de interrogantes éticas, sociales y legales, relacionadas estrechamente con la veracidad de lo que se oferta públicamente, y en especial cuanto concierne a los derechos humanos, a las libertades fundamentales, naturaleza y medio ambiente.
Desde el punto de vista científico, se debe afirmar que no se ha creado una célula o vida artificiales. Una célula viva es una estructura extraordinaria y mucho más compleja que su propio genoma. En consecuencia, a excepción del genoma sintético todo lo que compone el Mc JCVI-syn1.0 es natural (membrana, mitocondrias, aparato de Golgi, orgánulos…), y hablar de vida artificial creada es totalmente impropio.
El bien común en ciencia
Desde la perspectiva bioética hay que plantearse varias cuestiones: ¿Puede permitirse que el conocimiento científico y los logros tecnológicos pertenezcan y beneficien a unos pocos, o deben estar a disposición y servir, ante todo, al interés al interés general?
La inclinación por la segunda posibilidad no me ofrece dudas, o en otro caso los monopolios del saber y de las estructuras genéticas o de la materia viva con ellas creada acabarían por producir consecuencias científicas, sociales y hasta evolutivas muy negativas que se deben prevenir y evitar.
En el plano social, ¿a quién beneficiarán estos avances y los análogos futuros? Me temo que una vez más “a quienes puedan pagarlos”, que serán muy pocos, aumentando la discriminación y distanciamiento en lo social entre los ciudadanos de los países pobres y los ricos (como ocurre con la alimentación, o la atención a la salud).
Por ejemplo, en la actualidad la población rica mundial -el 19 % - consume el 85% de los medicamentos, mientras que el restante 81% de la población, pobre o necesitada, sólo dispone del 15 % de las medicinas.
También temo que por los intereses económicos en juego, la industria no dirija sus objetivos a las llamadas “enfermedades huérfanas”, enfermedades monogénicas de escasa incidencia poblacional, sino a las poligénicas, debidas a varios genes y más frecuentes, como el cáncer, la diabetes, el asma o las enfermedades cardiovasculares, hipertensión, o hipercolesterinemia, y que siendo de gran importancia también lo son de mayor rentabilidad económica para los productores.
Y los tests predictivos (seguros, trabajadores, diagnóstico de enfermedades con violación de la intimidad, etc.) podrían limitar además las posibilidades de los afectados o candidatos a una enfermedad genética, y provocar desempleo masivo (como pudiera ser el caso de la agroalimentación transgénica).
¿Se contará con el control adecuado y efectivo de los organismos modificados genéticamente con genomas sintéticos para impedir daños al ser humano? Se trta de proteger los derechos a la intimidad y privacidad (recogida y archivo de datos, contratación laboral selectiva, dificultar o sobrecarga en los contratos de seguros, etc.) o la salud. Se trata de evitar mutaciones no intencionalmente buscadas, liberación de microorganismos manipulados genéticamente, mutaciones o patologías sobrevenidas, utilizaciones selectivas como la selección racial, o la manipulación mental.
Además de evitar la producción de armas químicas y bacteriológicas aniquiladoras, y daños a la biodiversidad, a los animales y a sus especies, y a los vegetales, entre otros a la agricultura tradicional y a las áreas naturales (alteraciones de microorganismos, nuevas cepas…). Evitar la contaminación y el deterioro por los residuos urbanos e industriales producidos, la deforestación, la desertización…
Un acuerdo mundial sobre el uso de las biotecnologías
Sin agotar el tema, tenemos las secuencias y los genes humanos y de otros organismos vivos a nuestro alcance, podemos localizarlos, extraerlos, copiarlos, crearlos por síntesis artificial, cortarlos, unirlos, combinarlos con otros de la misma o distinta especie, y hacerlos realizar funciones (expresión) que se van traduciendo en realidades científicas y tecnológicas aplicadas, en las que la biosíntesis puede representar un importante rol.
Algún día próximo los genes estarán completamente dominados por el ser humano, que los utilizará como servidores dóciles a pleno rendimiento. No es aventurado ni ciencia ficción asegurar que determinarán lo que la voluntad del ser humano decida. El gen dominado plenamente ya es algo más que una hipótesis.
Eliminado cualquier argumento de determinismo que no sea el que nosotros establezcamos, el ser humano que somos podría modificarse técnicamente con sus inventos en lo biológico y en lo psíquico, lo que me lleva a llamar al hombre 'antropoplasta' o 'bioplasta', pues maniobra con su propia existencia y vida hasta límites que pueden escapar a su control y perjudicar a generaciones futuras, acabando por destruirse torpemente o alterando su evolución como especie y el mundo que habitamos, del que venimos y del que dependemos.
La necesidad de llegar a un acuerdo mundial sobre el uso racional de las biotecnologías -como vengo demandando en vano desde hace una veintena de años- no puede esperar más tiempo. En biotecnología se utilizan frecuentemente recursos con asociados (de Estados, empresas privadas –por lo general multinacionales-, de universidades...) que movilizan un complejo mundo tecnológico y un poderoso mercado en campos como la industria, la medicina, la farmacia, la alimentación, y el medio ambiente en el que la competencia por las patentes es ostensible, en pos del que se menciona ya como botín biotecnológico.
En consecuencia, la biotecnología se convierte en una gigantesca empresa mercantil, en definitiva un poder que es preciso encauzar al beneficio del interés común. Venter se propone patentar sus trabajos, muy costosos en su proyecto y desarrollo, y ya anticipa contratos con una multinacional del petróleo.
En tal escenario la bioética representa un papel decisivo. Ese pacto de civilidad o capitulación mundial sobre el uso racional de las biotecnologías en el que vengo insistiendo se hace ineludible, y sin duda habrá de implicar una revisión de las condiciones de patentabilidad.
Marcelo Palacios Alonso (Candás, Asturias, 1934) es especialista en Cirugía General y en Traumatología - Ortopedia. Profesor de Escuela Internacional de Sofrología Médica. Ex Director Médico de la Policlínica del ISM (Casa del Mar, Gijón) e Inspector Médico Provincial. Proponente y Ponente de la Convención de Asturias de Bioética (Convención sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina del Consejo de Europa). Fundador de la Sociedad Internacional de Bioética, Presidente del Comité Científico y Director de la Revista SIBI. Miembro del Comité de Bioética de España. Ha sido convocado varias veces al Congreso, al Senado y al Parlamento andaluz para informar sobre reproducción asistida, células madre, eutanasia y uso de embriones. Formó parte del Grupo de trabajo del Ministerio de Sanidad que elaboró un informe sobre obtención y uso de células madre embrionarias, para la Ley de investigación Biomédica (2007).
Disponible reportaje con más opiniones sobre el tema.