Durante cientos de años la ciencia la hacían hombres y mujeres que no se dedicaban profesionalmente a ella. No existía la investigación profesional. Ahora la ciencia es una carrera, una profesión. Pero no siempre. Todavía existe una rama del saber en la que las aportaciones de los aficionados tienen un enorme peso: la astronomía. El próximo Congreso Estatal de Astronomía va a estar, en parte, dedicado a esa colaboración entre profesionales y amateurs de las estrellas.
Es seguro que no ha habido ningún ser humano sobre la Tierra que, teniendo vista, no haya mirado alguna vez las estrellas. Observar el grandioso firmamento nocturno serena el espíritu y alienta la curiosidad, una curiosidad que llevó a nuestras generaciones antepasadas a buscar explicaciones sobre aquello que veían y una curiosidad que no se ha detenido desde entonces. Para saciar ese interés, es decir, para hacer investigación astronómica, no hizo falta al principio más que paciencia y observación continuada.
En la actualidad las personas que se dedican a la astronomía siguen ejercitando su paciencia pero también cuentan con instrumentación que les lleva más lejos porque les permiten ver objetos astronómicos más antiguos, con más nitidez y con mucha información más allá del rango espectral para el que nuestros ojos están adaptados.
Aunque la esencia para conocer la naturaleza sean el interés y la paciencia, la astronomía tiene una característica que la diferencia de las demás ciencias y hace que sea especial. El laboratorio es el propio universo y los sucesos ocurren una vez.
Existen multitud de profesionales dedicados a ella y cientos de miles de amateurs que también hacen astronomía. Cuando repasamos la lista de hallazgos hechos por profesionales de la astronomía nos descubrimos ante sus avances, pero igualmente nos asombramos cuando miramos la de los hechos por aficionados. En nuestra ciencia no solo conviven las dos categorías de investigadores, sino que además colaboran. Es lo que nosotros llamamos colaboración Pro-Am, que cada día es más rica y da más frutos.
A veces resulta difícil concretar dónde termina la astronomía amateur y dónde empieza la profesional. Carolyn Shoemaker, que se licenció en Historia y Literatura Inglesa y posteriormente en Ingeniería Química, fue codescubridora del cometa Shoemaker-Levy en 1993 y llegó a batir el récord de descubrimientos de cometas en solitario que en 2002 ascendía a 32. Pero sigamos con el cometa Shoemaker-Levi, que un año después de su descubrimiento colisionó con la atmósfera de Júpiter. Y aquí entramos en un campo donde la astronomía amateur tiene mucho que decir.
Para el estudio de las atmósferas de los planetas del sistema solar, como Júpiter, Saturno o Marte, que presentan comportamientos variables, se requiere un seguimiento continuado en el tiempo. Y este puede realizarse mediante el análisis combinado de observaciones obtenidas por aficionados de todo el mundo.
Desde el año 2003 el Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco, liderado por Ricardo Hueso y Agustín Sánchez-Lavega, coordina las observaciones amateurs de los planetas gigantes. En la actualidad cuentan con una base de datos con 36.000 imágenes que han permitido estudiar los impactos en Júpiter de otros cometas descubiertos por observadores amateurs. En su grupo colaboran de forma activa y rigurosa los aficionados Josep-María Gómez-Forrellad y Marc Delcroix. La Sociedad Española de Astronomía ha reconocido esta contribución concediéndoles el I Premio Javier Gorosabel a la Colaboración Pro-Am que se entregó el pasado mes de julio.
Este premio también ha reconocido al astrofísico David Martínez-Delgado que realiza arqueología galáctica, busca corrientes estelares de mareas externas en galaxias cercanas para conocer la evolución de las mismas. Para su investigación necesita imágenes de gran campo con largas exposiciones y finas calibraciones que obtiene de su colaboración con astrofotógrafos de diferentes partes del mundo, entre ellos Jordi Gallego, de la Agrupación Astronómica de Sabadell, R. Jay Gabany de California o Johannes Schedel de Austria. La Federación de Asociaciones Astronómicas de España, que colabora en estos premios, ha elaborado un listado de observatorios astronómicos amateurs para contribuir al proyecto Pro-Am.
Hasta hace no mucho, cuando alguien pensaba en un astrónomo amateur, lo que veía en su imaginación era una persona cargada con un telescopio mirando desde su ventana o desde alguna colina con buen cielo. Y eso es así, claro. Pero hay otros modos de hacer astronomía de forma amateur. En 2015, durante un estudio detallado de imágenes tomadas por el telescopio espacial Spitzer de la NASA, un grupo de astrónomos aficionados del proyecto Zooniverse descubrió lo que parecía una rara “bola amarilla”.
Los investigadores creen que aquella bola no era otra cosa que las primeras etapas de formación de nuevas estrellas. La propia NASA confirmó poco después que se trataba de los “eslabones perdidos” entre las estrellas embrionarias muy jóvenes y las recién nacidas. Estas colaboraciones ofrecen más oportunidades a los investigadores para conocer mejor el proceso de formación de las estrellas.
Estas son algunas de las muchas cosas que hacemos en la comunidad aficionada a la astronomía. En España somos muchos y estamos agrupados en asociaciones astronómicas, que a su vez están unidas a la Federación de Asociaciones Astronómicas de España.
Cada dos años nos reunimos en un congreso, el Congreso Estatal de Astronomía (CEA) que este año celebra su XXIII edición, en el que intercambiamos experiencias, datos, observaciones, tanto de investigación como de divulgación astronómica.
El CEA se celebra este año en Cuenca entre el 1 y el 4 de noviembre organizado por la Agrupación Astronómica de Cuenca, miembro de la Federación. Y una de las cuestiones a las que le vamos a dedicar parte de nuestro tiempo estos días es precisamente la colaboración Pro-Am porque de ahí sale ciencia, mucha y buena ciencia. Esta colaboración está estrechamente relacionada con la llamada ciencia ciudadana, que es la que procede del trabajo conjunto de la comunidad científica y la gente común. Se trata al fin de formas de hacer ciencia que permitan la inclusión de todas las personas, y la inclusión es siempre enriquecedora.
Blanca Troughton es presidenta de la Federación de Asociaciones Astronómicas de España. Es licenciada en Matemáticas por la Universidad de Málaga y profesora de matemáticas en el I.E.S. Los Manantiales de Torremolinos. En la investigación astronómica colabora en la detección de meteoros con cámaras all sky de la Red de Bólidos y Meteoros de la Sociedad Malagueña de Astronomía.