La socióloga, que hoy recibe el Premio al mejor artículo científico REIS 2009, se cuestiona la utilización de los indicadores tradicionales del racismo y demuestra que la medición de las actitudes ante las migraciones es más eficaz con indicadores de la Encuesta Social Europea que los tradicionales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
Desde que en 1934 Richard Lapiere, el sociólogo de la Universidad de Stanford (EE UU), publicó su artículo “Attitudes vs. Actions” en la revista científica Social Forces, se discute la idoneidad de la encuesta para medir actitudes en general y el racismo en particular.
La crítica no es a la encuesta como recurso metodológico, sino al uso que de ella se hace. Se cuestiona la utilización de los indicadores tradicionales de racismo, que sirven más para captar lo “manifiesto” (el desideratum social) que lo “latente”. Y ello, en menoscabo de indicadores más adecuados a las nuevas propuestas para la medición de racismo.
A esto se añaden los errores de diseño de cuestionarios y los métodos de encuesta aplicados, que aumentan la vulnerabilidad a un sesgo de la deseabilidad social.
Por ‘sesgo’ se entiende una sobre-declaración de las conductas, opiniones o actitudes que son positivamente valoradas, mientras que las desaprobadas apenas quedan exteriorizadas.
Así, su incidencia se manifiesta más en: 1) encuestas mediante entrevista, en especial la encuesta telefónica; 2) las personas de mayor nivel educativo, que más perciben la intencionalidad de la pregunta y están más interesadas en no aparecer como racistas o xenófobas; 3) sociedades afectadas por “el qué dirán” (caso de las sociedades hispanas y las nórdicas); 4) personas adultas, en comparación con la población infantil y juvenil; 5) en indicadores directos de racismo y xenofobia y cuando la pregunta aparece al principio del cuestionario.
Efectividad de los indicadores sociológicos
Tras ofrecer la panorámica de aproximaciones teóricas y metodológicas en la conceptualización del racismo y la xenofobia, y de los errores principales que pueden converger en su medición mediante la encuesta, procedí a la evaluación de la efectividad de los indicadores utilizados. Mediante la articulación de técnicas analíticas multivariables (conglomerados y discriminante), en muestras de análisis y de validación, comprobé la adecuación de indicadores tradicionales en las encuestas del CIS, y los comparé con algunos “nuevos”, aplicados ya en la Encuesta Social Europea de 2002-2003. Estos últimos acaban manifestando mayor precisión en la medición del rechazo a la inmigración.
Cinco conclusiones principales se extraen del estudio. La primera es que, en función de qué indicadores se empleen, del formato de pregunta que éstos adopten en el cuestionario, y de las dimensiones que cubran, la radiografía de las actitudes ante la inmigración varía. La actitud es más favorable a las migraciones cuando predominan indicadores directos de racismo y xenofobia y éstos se presentan en formatos de pregunta dicotómicos (sí/no) y con el término “deberían” (en el enunciado), que dificulta la negación taxativa o rotunda.
Pero no resulta favorable cuando el formato de la pregunta permite su graduación en un mayor número de respuestas que contribuyen a la precisión tanto del acuerdo como del desacuerdo.
En segundo lugar, los indicadores relativos a derechos sociales y de ciudadanía continúan mostrando efecto en la graduación de las actitudes ante la inmigración. Pero, sobre todo, aquellos no avalados por las legislaciones nacionales e internacionales, y que están sujetos a debate político y social: como son el derecho de sufragio y de reunificación familiar.
En tercer lugar, más que en la concesión de derechos habría que incidir en el apoyo a medidas concretas que garanticen su accesibilidad a las personas migrantes: la llamada acción o discriminación positiva, que cada vez adquiere mayor relieve en la detección de xenofobia. En especial cuando aumenta el número de inmigrantes dependientes y son menores las prestaciones sociales para distribuir.
Al igual sucede con la dimensión de política inmigratoria. El amplio consenso opinativo a favor de permitir la entrada sólo a aquellas personas que tengan un contrato de trabajo y de percibir el número de personas inmigrantes en demasía incide en que estos indicadores pierdan poder discriminatorio en la diferenciación de las actitudes ante la migraciones.
Los datos de encuesta apuntan en esa dirección, al igual que los recogidos mediante indagación cualitativa, donde tanto la población autóctona como la inmigrada convergen en la exigencia de un mayor control de la inmigración, para que no se deteriore la convivencia entre autóctonos y foráneos.
En cuarto lugar, se insiste en la necesidad de indicadores y formatos de preguntas que generen variabilidad en la respuesta, que ésta no sea la “esperable”, y que giren sobre los ejes discursivos más pronunciados en el rechazo a la inmigración: 1) el temor a la erosión de la identidad nacional y cultural, en consonancia con el racismo cultural y el diferencialista; 2) el miedo a la competencia por recursos limitados (racismo simbólico y moderno); 3) o el relacionar la inmigración con la generación de problemas sociales: el aumento de la inseguridad ciudadana, el deterioro de las prestaciones públicas, de las condiciones laborales, y de las normas y valores sociales.
El peso de los estereotipos
En quinto y último lugar, hay que incluir indicadores que indaguen en estereotipos, en el imaginario de la inmigración, pero también en prejuicios, en indicadores de distancia social, al estar ambos conceptos interrelacionados. La imagen que se tiene de la inmigración es uno de los coadyuvantes principales en la génesis de la xenofobia.
Si bien se prefieren indicadores indirectos a los directos, también han de incluirse indicadores que midan afectos, la atracción o el rechazo a personas de distinto origen étnico-nacional-cultural. Pero quizás fijándonos más en sentimientos de atracción y en su justificación, que en la hostilidad o animosidad (en la ausencia de sentimientos positivos más que en la presencia de los negativos).
Como indicaron los sociólogos T.F. Pettigrew, R.W. Meertens en 1995, lo importante es cuánta admiración o simpatía se sienta hacia la población negra u otros grupos étnicos, más que la hostilidad o la animosidad.
Estos sentimientos, en conjunción con las percepciones de las diferencias culturales, constituirán medidas clave del prejuicio sutil, pero siempre que se cuide la redacción de la pregunta y su ubicación en el cuestionario.
Por eso es aconsejable evitar preguntas hipotéticas tipo “¿qué haría si….?” o “¿le importaría….?”. Pues de ellas no puede fiablemente deducirse la conexión entre actitud y conducta. Es recomendable incluso optar por formatos de preguntas abiertas en lugar de cerradas.
Respecto a la ubicación de la pregunta en el cuestionario, hay que desplazarla lo más al final posible cuando sea un indicador “directo” de racismo/xenofobia, debido a su mayor proclividad a errores de medición por los efectos de orden, de deseabilidad social y la presencia de quien entrevista. Porque el contexto de la pregunta indudablemente afecta a la respuesta.
Indaguemos en las relaciones concretas de convivencia
Asimismo se precisa pasar al plano de las conductas reales o efectivas, y no quedarse en supuestos hipotéticos; indagar en las relaciones concretas de convivencia con distintos colectivos de inmigrantes en los diferentes ámbitos de interrelación social y profundizando en los procesos de “racionalización” (o interiorización emocional). No sólo interesa el grado de preocupación ante un hipotético casamiento de un familiar con una persona extranjera de igual o diferente etnia, sino el motivo de la mucha o nula preocupación; así como tenerlo como jefe, compañero de trabajo, vecino, etc.
Por eso hay que seguir avanzando en la innovación de la metodología de encuesta (que rebaje el sesgo de deseabilidad social, tan presente en la medición de la xenofobia), y profundizar en la argumentación, en cómo se racionalizan los afectos, los prejuicios o las conductas discriminatorias.
Es ahí donde puede estar la explicación o latencia de la xenofobia.
Mª Ángeles Cea D´Ancona (Madrid, 1961) es Profesora Titular de la Universidad Complutense de Madrid y codirectora del grupo de investigación “Grupo de Estudios sobre Migraciones Internacionales” (GEMI. ). Su articulo “La compleja detección del racismo y la xenofobia a través de encuesta. Un paso adelante en su medición” fue publicado en el nº 125 de la REIS está en consonancia con las investigaciones del proyecto MEXEES que ella dirige.