El grupo de investigación Ecología y Medio Ambiente de la Universidad Pública de Navarra trabaja desde hace diez años en el estudio de dos bosques del Pirineo navarro. Este año lleva a cabo uno de los 19 proyectos de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) que han recibido financiación del Programa Nacional de Proyectos de Investigación Fundamental. En concreto, los investigadores analizan la sostenibilidad de las claras en un bosque mixto de pino silvestre y hayas del Prepirineo navarro, localizado en el municipio de Navascués.
Las claras de un bosque son talas que se realizan con una doble finalidad: mejorar la masa forestal que queda en pie y obtener productos comerciales. Generalmente, al disminuir el número de árboles, los restantes disponen de más luz, agua y nutrientes; los árboles aumentan su diámetro más rápidamente, producen más frutos y semillas, muestran mayor resistencia al ataque de plagas, etc. Pero no todo se traduce siempre en ventajas: el modo en que se realiza la clara, su intensidad y frecuencia, el porcentaje de superficie afectada, repercute de manera diferente en el conjunto del bosque y, lo que es más importante, en su sostenibilidad y capacidad de regeneración.
Bosco Imbert Rodríguez, investigador responsable del proyecto, explica cómo “al sacar madera, te llevas también nutrientes. Hay que ver qué está ocurriendo en cada árbol, cómo le afecta, cómo se alteran las condiciones del bosque al abrir el dosel, qué ocurre con las plantas y los organismos que allí viven, etc. Como solía decirnos Fernando Puertas, ingeniero de montes del Gobierno de Navarra recientemente jubilado, una vez que sabemos cómo funciona un bosque, podemos protegerlo mejor.”
La superficie de bosques mixtos de coníferas y frondosas en Navarra es de unas 80.119 hectáreas y está aumentando. En opinión de los investigadores, es imprescindible conocer su funcionamiento para mejorar su gestión, porque en la actualidad se sabe mucho más del funcionamiento y gestión de un bosque monoespecífico que de los bosques mixtos.
Conocer en profundidad las consecuencias de la explotación forestal resulta esencial para un mantenimiento sostenible de nuestros bosques. “La importancia del proyecto es que nos está permitiendo hacer un seguimiento continuado en el tiempo y esto es esencial porque hay cambios, como los de ciertas variables del suelo, que no los hemos percibido hasta que no han pasado al menos cuatro años desde la primera clara”.
Tres años para el nuevo proyecto
En 1999, el Gobierno de Navarra y una empresa privada de gestión ambiental realizaron el diseño experimental del lugar de ensayo de claras de pino silvestre y realizaron la primera clara. El trabajo de investigación se inició propiamente en el año 2000 con un proyecto financiado por el Gobierno de Navarra, interesado en valorar la acción de las diferentes intensidades de claras sobre el ciclo de nutrientes y la biodiversidad del sotobosque.
Para ello, se seleccionaron parcelas de bosque en las que se aplicaron diferentes intensidades de clara. En los años siguientes se analizó su evolución, teniendo en cuenta variables muy diversas: cantidad de nutrientes que se van en la madera, qué cantidad de nutrientes reabsorben las hojas de los árboles, la descomposición que sufre la hojarasca, cómo va cambiando el suelo, qué material se va depositando en él, la diversidad biológica, qué especies forman el ecosistema y cómo están distribuidas, etc.
En la actualidad, la nueva fase del proyecto tiene como punto de partida una segunda clara de bosque realizada en 2009. “Con los datos que teníamos de 2007 y 2008 vamos a intentar determinar cómo cambian las cosas en un bosque donde conviven el haya y el pino, dos especies que compiten entre ellas por el espacio; ver cómo interactúan estudiando suelo, tronco y copas”, explica Imbert.
“Tenemos diez años de datos de la vegetación en distintas zonas de las parcelas experimentales. Son áreas que están expuestas a gradientes ambientales como la mayor o menor apertura del dosel arbóreo y la existencia de zonas puras de pino y zonas mixtas, de pino y haya. En el proyecto actual vamos a ver cómo los diferentes gradientes influyen en la biodiversidad microbiana y de las plantas, y en la variabilidad ambiental”. Además, la investigaciones se centrarán en ver en qué medida las claras afectan a los patrones del crecimiento del pino y del haya, y a la regeneración del pino.
El trabajo, financiado con 48.000 euros, finalizará en diciembre de 2012. Entonces, tendrán nuevos resultados que les permitan valorar mejor cómo funciona este ecosistema del Prepirineo navarro y si las claras en el bosque son sostenibles.
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