¿Por qué no iban a hacer bien el trabajo las mujeres de los Reyes Magos? Esto fue lo que se planteó Gloria Fuertes al escribir una de sus obras infantiles más transgresoras: ‘Las tres reinas magas: Melchora, Gaspara y Baltasara’. En el año de su centenario, revindicamos una de las voces más singulares y menos valoradas de la historia de la poesía española.
Tras el paso de la Cabalgata de Reyes del año pasado, la presencia de tres mujeres como protagonistas generó un debate entre los más conservadores, que no gustaron del cambio.
Sin embargo, esta no era la primera vez que se hablaba de tres reinas magas. Corría el año 1978 cuando Gloria Fuertes (1917-1998) escribió una obra sobre cómo, ante la imposibilidad de que Melchor, Gaspar y Baltasar fueran a Belén, sus mujeres les sustituían en el viaje.
Considerado en la actualidad un clásico de la literatura infantil, la escritora consiguió, recién estrenada la democracia, darle a la mujer un papel protagonista para que niños y niñas crecieran con esas premisas. Es más, hoy su historia se sigue interpretando en los colegios.
Gloria Fuertes, esa escritora de voz ronca y aspecto deliberadamente varonil, fue mucho más que una autora de literatura infantil. Sin embargo, su figura, como la de muchos artistas patrios, es más apreciada fuera de su país de origen.
Según Reyes Vila-Belda, profesora del departamento de Español y Portugués de la Universidad de Indiana (EE UU), “ni su figura ni su poesía han sido suficientemente estudiadas en España”.
No obstante, goza de reconocimiento en el exterior, especialmente en Estados Unidos, donde varios críticos importantes han investigado su obra, se han traducido sus poemas y estos figuran en importantes antologías.
“Su poesía se estudia en los departamentos de español de muchas universidades norteamericanas. La paradoja es que, mientras en España todavía algunos cuestionan su obra, fuera forma parte del canon”, añade la investigadora española.
Por su parte, Sharon Keefe Ugalde, coordinadora de la división de español en el departamento de Lenguas Modernas de la Universidad de Texas (EE UU), sí cree que la oralidad campechana y deliberadamente cotidiana de Gloria Fuertes la alejó del patrón aceptado.
“Especialmente, de los poetas culturalistas”, matiza. “Para ellos una voz llana y directa sonaba como un chirrío molesto, por eso no admitían que fuera poeta”. Según las expertas, otras circunstancias en contra del triunfo de Fuertes en los ámbitos de la alta cultura a mediados del siglo XX fueron ser mujer, lesbiana y pobre.
“Treinta años después, el rechazo se ha superado y su reconocimiento como poeta originalísima y valiosa va en aumento. En el mundo académico ya es una voz aclamada, ahora falta extender ese reconocimiento a un espacio cultural más amplio”, continúa Keefe Ugalde.
Fuertes nació el 28 de julio de 1917 en Madrid, en el barrio de Lavapiés, en el seno de una familia humilde. Su madre era costurera y su padre portero. Ella misma relata los primeros años de su vida en este poema autobiográfico:
Gloria Fuertes nació en Madrid a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra.
A los quince se murió mi madre,
se fue cuando más falta me hacía…
“Es una poeta única, muy creativa, crítica y, a la vez, original”, subraya Reyes Vila-Belda. “Aunque no contó con una educación universitaria ni formaba parte del establishment, abrió el espacio poético a las preocupaciones de los que no tenían voz: mujeres, trabajadores, pobres…”.
Después de estudiar Gramática y Literatura, de 1939 a 1953 trabajó como redactora de la revista infantil Maravillas, donde publicaba semanalmente cuentos, historietas y poesía para niños.
Mientras tanto, desde 1940 a 1945 se estrenaron diversas obras suyas de teatro infantil y poemas escenificados en varios teatros de Madrid. Y desde 1940 hasta 1955, fue colaboradora de la revista femenina Chicas, donde publicaba cuentos de humor.
En 1942 conoció a Carlos Edmundo de Ory, integrándose en el movimiento poético del Postismo, y en 1947 obtuvo el 1º premio de Letras para canciones de Radio Nacional de España.
'Las tres reinas magas: Melchora, Gaspara y Baltasara' de 1986. / Pampa García
Más tarde, en 1950, organizó la primera Biblioteca Infantil ambulante, que llevaba libros donde no llegaban por falta de dinero o por el analfabetismo que todavía existía en España, y publicó Isla Ignorada, su primer poemario. Desde entonces, se sucedieron los estrenos de obras y premios.
Lo que no todo el mundo sabe es que de 1961 a 1963 vivió en Estados Unidos. Gracias a una beca Fullbright de Literatura Española, se subió a los estrados de las universidades de Bucknell, Mary Baldwin y Bryn Mawr: “La primera vez que entré en una universidad fue para dar clases en ella”, bromeaba Fuertes.
A su vuelta, impartió clases de español para norteamericanos en el Instituto Internacional. No fue hasta 1972 cuando pudo dedicarse por entero a la literatura al obtener una Beca March de Literatura Infantil.
“El universo poético de Fuertes es su cotidianidad, su género, su clase social y, sobre todo, su incondicional amor sin prejuicio ninguno a todos los seres humanos”, indica Keefe Ugalde.
De entrada, reclamó los derechos de las mujeres, empezando por el derecho a leer, a escribir, a trabajar o a ser poeta en un momento histórico en el que su figura estaba reducida al espacio doméstico.
“Ser escritora suponía ir contra corriente y requería gran empeño y buscar caminos alternativos frente a puertas cerradas. Numerosos poemas suyos dejan constancia de la desigualdad de género en su época y constituyen una forma de luchar contra los límites impuestos”, destaca la profesora de la Universidad de Texas.
No se preocupó únicamente por este ámbito. Fue pacifista –se opuso a las guerras de Vietnam, Camboya y la civil española–, y se interesó por el medio ambiente mucho antes de que ser ecologista se pusiera de moda.
“Gloria Fuertes transformó su fe en el ser humano en un universo poético propio. Tenía la visión de que la compasión y la generosidad perduran por encima de los golpes duros, íntimos y colectivos, que da la vida”, enfatiza Keefe Ugalde.
El contexto sociopolítico de la España de mediados del siglo XX no favorecía a las mujeres con deseo de escribir. Pero a Fuertes siempre le atrajo recitar, leer sus poemas, actuar.
“Sus apariciones en la tele la convirtieron en un personaje muy popular y vendió muchos libros, algo que no le perdonaron algunos poetas y escritores. Esa fama llevó a algunos a hacer una parodia cruel de su figura. Sin embargo, a ella le divertía lo performativo, jugar a disfrazarse, sorprender. Los medios fueron una herramienta que aprovechaba para decir lo que quería”, declara Vila-Belda.
Gloria Fuertes, la 'poeta de los niños'. / EFE
En la obra poética de Fuertes no hay una división clara entre autobiografía y ficción. Este es uno de los rasgos fundamentales de su obra. En ocasiones, la poeta creaba una ‘Gloria’ ficticia a la que atribuía datos aparentemente reales pero que no eran ciertos. Otras veces, en cambio, incorporaba información biográfica suya.
Expresar experiencias de sí misma y de otros, algunas prohibidas por la censura franquista, le sirvió para hacer frente a la sociedad patriarcal, cuestionar los modelos femeninos existentes y proponer otros nuevos. “Aportó una voz ingeniosamente coloquial, sorpresiva y grata por el sutil humor, los juegos de palabras y el sonido reverberante de los poemas”, apunta Keefe Ugalde.
El trabajo literario de Fuertes surgió durante las primeras décadas de la posguerra, cuando se olvidaron las contribuciones que habían logrado las mujeres en general, y las poetas en particular, antes de la guerra.
“El franquismo promovió una sociedad patriarcal y una cultura conservadora que excluyó a la mujer de la vida profesional y cultural”, resalta Vila-Belda. “Fuertes presentó un nuevo modelo de mujer que celebraba su marginalidad y, de este modo, afirmaba su identidad. Se convirtió así en el eslabón para recuperar y continuar la modernidad”.
Ahora, el reto consiste en darla a conocer como gran poeta, no solo como una mujer dedicada a los programas de televisión para niños. “No cabe duda de que se le ha valorado menos como poeta por haberse dedicado a la literatura infantil. El éxito de sus cuentos terminó por convertirla en ‘la poeta de los niños’, lo que ha tenido un efecto negativo en su obra”, afirma Vila-Belda.
Está claro que el éxito comercial de la literatura infantil y la fama mediática de Fuertes terminaron por ocultar su poesía literaria. De hecho, muchos de quienes la conocieron por sus cuentos desconocen su peso en la literatura del siglo pasado.
Gloria Fuertes publicó en las editoriales de mayor prestigio de este país, como Seix Barral o Cátedra. Además, contó con el apoyo de Jaime Gil de Biedma, uno de los poetas más importantes de la segunda mitad del siglo XX, quien la dio a conocer gracias a una primera antología de sus versos.
“Es hora de redescubrir su poesía para adultos”, concluye la profesora de la Universidad de Indiana. Quizá ahora con la celebración del centenario de su nacimiento sea más fácil. Sobre todo porque los niños de entonces –los que oímos a Gloria Fuertes recitar en directo–, ya no somos tan niños.