Fue uno de los padres de la aeronáutica en España, se carteó con Einstein y rechazó ofertas de trabajo de la NASA. El ingenio de Emilio Herrera (Granada, 1879–Ginebra, 1967) concibió “el atuendo de los navegantes que en los futuros paseos por la estratosfera podremos admirar brillantes y deslumbradores”. La Guerra Civil destruyó su creación y le obligó a emigrar a Francia, donde fue presidente de la Segunda República en el exilio. A pesar de todo, sigue siendo uno de los grandes desconocidos de la Edad de Plata española.