Jedis, wookies, soldados imperiales y el lado oscuro han marcado la cultura popular desde el estreno en 1977 de la mítica La guerra de las galaxias. Su influencia se ha extendido a muchos ámbitos, pero hay uno que sigue siendo reticente: el de los estudios cinematográficos. Will Brooker, especialista en estudios de cine y televisión de la Universidad de Kingston, decidió suplir esa ausencia con un extenso estudio sobre la película, que se edita en la colección de clásicos del cine del British Film Institute.
Brooker, que asegura que La guerra de las galaxias le convirtió en estudioso del cine (cuando vio por primera vez la película de niño no pudo evitar tomar notas), concluye que, lejos de ser una simple fábula sobre el bien contra el mal, las simpatías del director, George Lucas, se encuentran divididas entre los dos. Así, Lucas se identificaría tanto con el lado oscuro (Darth Vader y el Imperio) como con los héroes de la historia (Luke Skywalker y los rebeldes). “Esta tensión desestabiliza toda la saga, difuminando las fronteras entre Imperio y República, lado oscuro y lado luminoso, padre e hijo”. Lejos de ser una ruptura con los primeros trabajos de Lucas, es una continuación de sus experimentos fílmicos con imagen y sonido.