La tecnología de interfaz cerebro-ordenador (BCI, en sus siglas en inglés) se basa en el registro y procesado de la actividad mental para que un ordenador u otro aparato electrónico realice una tarea. Este sistema actúa como un intérprete de la actividad mental: a través de electrodos, lee las intenciones en un encefalograma y las transforma en comandos de control. Gracias a ella, un equipo liderado por la Universidad de Valladolid ha diseñado un programa de entrenamiento cerebral para ancianos y un mando a distancia mental de aparatos electrónicos.