En las máquinas de vapor, el movimiento de vaivén del émbolo –consecuencia del vapor de agua que es dirigido desde la caldera al interior del cilindro– se transforma, por medio de un sistema de bielas y excéntricas, en el de rotación del gran volante de inercia. El objetivo de dicho volante no es otro que regularizar el movimiento de la máquina, evitando las paradas bruscas o los arranques repentinos que genera el émbolo.