Astrónomos del Observatorio Europeo Austral (ESO) han obtenido por primera vez una visión tridimensional de la distribución del material interno expulsado por una estrella que estalló recientemente, la supernova 1987A. La explosión original no sólo fue muy potente, sino que se concentró más hacia una dirección, lo que indica que la supernova debe haber sido muy turbulenta y refuerza la validez de los últimos modelos computacionales.