El 1 de diciembre de 1952, el New York Daily News abría con el titular “Exsoldado se convierte en una belleza rubia”. Una portada que narraba la historia de Christine Jorgensen, la primera persona en pasar con éxito por un proceso de cambio de sexo.
Nacida como George Jorgensen Jr. y criada en el Bronx, Nueva York, su infancia fue la de un chico tímido e introvertido. El paso por el servicio militar le abrió los ojos asumiendo que, realmente, se trataba de una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre.
Al abandonar el ejército supo de los avances científicos en la cirugía de cambio de sexo, una práctica que por aquel entonces era realizada en pocos lugares del mundo.
Comenzó a hormonarse por su cuenta y viajó a Dinamarca. Allí se puso en manos del doctor Christian Hamburger. Fue él quien realizó las operaciones necesarias para que George ‘volviese a nacer’ como Christine.
Aunque no se trata de la primera operación de reasignación de género –en la Alemania de los años 30 hubo otros casos pero no con tanto éxito–, es pionera porque implicó un cambio completo con hormonas.
La vida de Christine cambió en cuanto se hizo pública la transformación. Se convirtió en una figura mediática, asidua incluso a fiestas de Hollywood. Pero no siempre fue aceptada.
El estado de Nueva York le negó la licencia de matrimonio para casarse, como mujer, con su pareja. Aún figuraba como hombre en su certificado de nacimiento.
Pasó gran parte de su vida contando su experiencia para ayudar en la causa de las personas transgénero. Murió, víctima del cáncer, en 1989.