El 23 de marzo de 1857 se inauguraba en los almacenes E.V. Haughwout & Company de Nueva York el primer ascensor de pasajeros del mundo de tracción mecánica. El ingenio era movido por una máquina de vapor en un edificio de cinco plantas y estaba dotado con un equipo de elevación que podía subir un máximo de 450 Kg a una velocidad de 0,2m/s. Lo instaló Elisha Graves Otis, ingeniero pionero en la construcción de ascensores mecánicos, que fundó una pequeña empresa que todavía hoy sigue dominando el sector de los elevadores. Gracias a ello el hombre inició la conquista del cielo de las ciudades y el paisaje urbano cambió para siempre poblándose de esbeltos rascacielos. Hoy, 155 años después de esa inauguración, el ascensor del edificio Taipei 101 (en Taiwán), es capaz de subir a 30 personas del quinto piso al 89 en sólo 37 segundos.