Josefa Suárez tuvo que esperar a llegar a los 51 años para confírmale a todo el mundo lo que ella sabía desde su adolescencia. Tras pasarse la vida, tal y como ella dice, actuando, decidió dar el salto que por miedo antes no pudo dar. Achaca su valentía al cambio social, a la tolerancia que hoy se imparte y con la que ella no se educó en los años 60, y sobre todo a la comprensión que su entorno familiar y laboral ha tenido en su caso. Siempre supo lo que sentía, lo que era y quiso que los alumnos del centro donde imparte clases en Dos Hermanas también lo supieran. En ningún momento se ausentó de las clases y hoy lo agradece. Sus alumnos y lo que para ella era más importante, los padres de estos, fueron testigos en todo momento de su cambio de vida, lo aceptaron y la respetaron.