El 35% de las aves de todo el mundo, el 52% de los anfibios y el 71% de los corales de aguas templadas corren el riesgo de ser sensibles al cambio climático, según los primeros resultados de un estudio elaborado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y presentado hoy en el Congreso Mundial de la Naturaleza de Barcelona.
Cernícalos primilla en un nido del silo de La Palma del Condado (Huelva) donde se aprecian las diferencias de tamaño entre pollos de un mismo nido: a la derecha el más grande (emplumado totalmente) y a la izquierda el más pequeño (aún con plumón).
El Grupo Ibérico de Anillamiento (GIA), asociación dedicada a la investigación zoológica y la educación medioambiental, desarrolla desde el año 2003 un estudio de las poblaciones de tres especies de paseriformes alpinas en el Parque Nacional de Picos de Europa (acentor alpino, gorrión alpino y chova piquigualda). Estas aves son representativas del ecosistema de la zona, por lo que el estudio continuado de su distribución puede ofrecer pistas sobre los efectos del cambio climático en el lugar, así como de la influencia de actividades humanas como la ganadería o el turismo. Las campañas de estudio se basan en el voluntariado, y la próxima comienza este mismo mes de junio.
El investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) Jaime Potti ha descubierto que el tamaño de los huevos del papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca), un ave forestal migratoria, ha disminuido paulatinamente en los últimos 16 años debido al aumento de temperaturas. Este hecho es extraordinario, dado que en las aves insectívoras existe una relación positiva entre las temperaturas que experimentan las hembras durante la formación de los huevos y el tamaño de éstos. El trabajo se basa en mediciones de más de 6.000 huevos de cerca de 1.300 puestas.
Un análisis molecular confirma la vinculación entre el Tyrannosaurus rex y las aves
Muchas especies animales utilizan el olfato para detectar y prevenir a los depredadores, pero en las aves nunca antes se había examinado, ya que tradicionalmente, se pensaba que no usaban el sentido del olfato. Sin embargo, se ha descubierto que los pájaros, no sólo son capaces de percibir a su enemigo a través de señales químicas, sino que también modifican su comportamiento al valorar el riesgo de depredación.
El trabajo señala el canto de las aves como indicador de la vulnerabilidad de las poblaciones de aves amenazadas. Los investigadores han estudiado durante cuatro años las poblaciones de alondra ricotí en las estepas del Valle del Ebro.