Investigadores de Australia han descubierto que, tras las relaciones sexuales, se transfieren bacterias únicas entre las parejas, lo que podría ayudar a identificar a agresores sexuales incluso sin presencia de esperma. Este hallazgo ofrece nuevas posibilidades para las investigaciones forenses.
Un equipo internacional de químicos y criminólogos ha creado una metodología que permite relacionar, a partir de restos de perfume, prendas de ropa que han estado en contacto. Su nivel de precisión hace factible extraer trazas con un margen de varios días, incluso cuando estas se han tocado durante apenas diez segundos.
Bajo el hashtag #Cuéntalo, cerca de 790.000 mujeres compartieron sus historias de agresiones sexuales en Twitter a mediados de año. Ahora, el investigador del Centro de Supercomputación de Barcelona Fernando Cucchietti y su equipo de analistas de datos han clasificado los casi tres millones de 'tuits' para crear una memoria colectiva sobre el dolor y el miedo.