No existen en la naturaleza. Se fabrican en el laboratorio para darles el poder de llevar a los linfocitos hasta un tumor y provocar un amor fatal. Aún existen obstáculos en su desarrollo, pero hay todo un escaparate de promesas y ensayos en marcha. Estudios iniciales con ellos abren la puerta a un viejo sueño de la investigación: ver y atacar el motor interior de una célula tumoral.