Una investigación de la Universidad de Valladolid revela que la edad protege de los efectos nocivos producidos por la hipoxia intermitente crónica, típica de la apnea del sueño. Este tipo de hipoxia –falta de oxígeno– no genera signos clínicos fácilmente visibles en las personas mayores, lo que dificulta su diagnóstico. Sin embargo, pese a ser más frecuente en sujetos de edad avanzada, el cuadro clínico es menos nítido, y esto dificulta el diagnóstico en las personas mayores.