En la bahía de San Francisco (EE UU), un ave, el rascón de manglar, está en declive por la erradicación de una planta invasora de la que ahora depende. Eliminar lentamente las especies invasoras parece ser la mejor opción para algunas autóctonas en peligro de desaparecer, según un estudio de la Universidad de California.
Investigadores del Departamento de Biología Vegetal de la Universidad de Málaga (UMA) desarrollan sistemas predictivos con el objetivo de diseñar estrategias eficaces para detectar en tiempo real la introducción de especies invasoras como las algas marinas en las costas de Andalucía. Asimismo, estos modelos también se pueden extrapolar a otro tipo de intrusiones que tienen lugar dentro del medio marino como bacterias, virus o peces.
El Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino ha publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) una Orden por la que se prohíbe la circulación, comercio, cría y tenencia del caracol manzana. Esta especie invasora causa graves daños en el cultivo del arroz y, en España, ha aparecido con una elevada capacidad de dispersión en el Delta del Ebro.
El cambio climático, provocado por el ser humano, influye en la desaparición y desplazamiento a otros hábitats de algunas especies. Un estudio, realizado por un equipo internacional de científicos, y publicado esta semana en Science, analiza la forma en la que este balance de seres vivos influye en los ecosistemas.
Introducida hace 40 años, la planta exótica de origen sudafricano Galenia pubescens se concentra en ambientes alterados y costeros del sur de España. Al desconocer sus impactos en los ecosistemas, un equipo de investigación español ha estudiado su capacidad invasora. Las conclusiones apuntan que, aunque sus poblaciones son aún incipientes, es necesario un control eficaz para prevenir impactos mayores de esta planta “potencialmente” invasora.