Hasta ahora, la presencia de ballenas jorobadas en el Mediterráneo se había considerado inusual, pero en los últimos 150 años sus visitas se han incrementado sin una razón clara. La desorientación y el seguimiento de rutas migratorias de otras especies se consideraban algunas de las causas. Sin embargo, un nuevo estudio confirma que lo que motiva a estos cetáceos a entrar en estas aguas es la búsqueda de alimento.
Un estudio internacional, con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, alerta de los principales riesgos vinculados al calentamiento global que afectarán a la región del Mediterráneo, a la salud y a la seguridad alimentaria.
El mar Adriático, el Egeo, la costa africana o el área catalana, donde la intensidad de pesca es muy elevada, son algunas de las zonas más afectadas por la actividad humana. Esta es la principal conclusión de un estudio que ha identificado espacialmente los impactos de todo el mar Mediterráneo. Según el trabajo, las áreas más amenazadas son más vulnerables a los cambios ambientales asociados al calentamiento global.
Científicos de la Universidad de Barcelona lideran un estudio que demuestra que el calentamiento global hará que la extensión de las zonas quemadas por los incendios forestales en la Europa mediterránea aumente.
Ibiza y Formentera, además de un paisaje idílico de arena y agua cristalina, cuentan con extensas praderas submarinas de posidonia, una planta amenazada que ayuda a proteger las playas. Para preservarla se han puesto en marcha diversas medidas legales y de conservación. Manu San Félix, biólogo marino y fotógrafo, es uno de los precursores de una app que cartografía el fondo marino para evitar los anclajes de los barcos.
Hace dos mil años, en la época romana, el mar Mediterráneo era un refugio para dos especies de ballenas que prácticamente han desaparecido del Atlántico Norte: la ballena de los vascos o franca y la ballena gris. Así lo indica un estudio, con participación española, que analiza los fósiles de los huesos hallados en el yacimiento de Baelo Claudia, cerca de la actual ciudad de Tarifa.
Cada año mueren en todo el mundo entre 160.000 y 300.000 aves marinas debido a las capturas accidentales en el palangre. Esta es la principal causa del declive de tres especies endémicas de pardela. Según un nuevo estudio, para impedir que los barcos palangreros atrapen a los pájaros en el Mediterráneo la mejor estrategia sería calar las artes de pesca por la noche, cuando las aves son menos activas para robar los cebos.
Un equipo científico español ha llevado a cabo un análisis de polen en sedimentos para ver las variaciones ambientales de los valles de los ríos Manzanares y Jarama, claves para el estudio del cambio climático. Los resultados del trabajo muestran cómo en los últimos miles de años ha cambiado tanto la vegetación como la temperatura. Pero a principios del Holoceno, la disminución de la vegetación se produjo más debido a la acción del ser humano que por el clima, según los autores.
En el otoño de 2016, gran parte de las nacras del Mediterráneo occidental desaparecieron masivamente. Un equipo de investigadores ha estudiado el intercambio genético que existía entre las diferentes grupos y revela que las poblaciones diezmadas podrían ser recolonizadas por poblaciones vecinas como la del delta del Ebro, que produce gran cantidad de larvas emigrantes.
Los ecosistemas marinos profundos –de 100 a 1.000 metros de profundidad– están dominados por especies longevas que llegan a vivir cientos o miles de años, mientras que en aguas someras abundan generalmente las especies que solo viven algunas decenas de años. Esta es la conclusión principal de un estudio internacional sobre biología y ecología marina lleva a cabo por la Universidad de Barcelona, el Instituto de Ciencias del Mar y la Universidad de Colorado (EE UU).