Un equipo de investigadores de la Universidad de Alcalá y del Museo Nacional de Ciencias Naturales asegura que las tonalidades llamativas de las lagartijas hacen que los depredadores ataquen la cola, parte del cuerpo que pueden regenerar. Asimismo, el color rojo también apacigua a los individuos adultos de la misma especie, reduciendo su agresividad.