El SARS-CoV-2 ha arruinado las vacaciones de muchos virólogos. La aparición de una nueva variante en Reino Unido, presuntamente más transmisible, ha obligado a los investigadores a estudiar contra el reloj su origen, características y presencia internacional. Para el resto de la población, a pesar del pánico vivido en las últimas horas, la epidemia continúa sin cambios radicales.
Las primeras vacunas contra el nuevo coronavirus afrontan desafíos que van mucho más allá de su eficacia y seguridad; necesitan que la población confíe en ellas. Los expertos temen que el exceso de optimismo genere expectativas irreales, o que se las culpe de efectos que no son suyos. Por ejemplo, ¿qué pasará cuando mueran personas mayores ya vacunadas?
Esta semana, la farmacéutica Moderna revelaba que un participante de su ensayo, que no había sido vacunado, falleció a causa del coronavirus. En esta pandemia, ¿se debería sacrificar el conocimiento y el valor social que aportan estos estudios con grupos placebo y decidir que todos los voluntarios reciban la profilaxis?
Los anuncios de Moderna y Pfizer parecen confirmar que sí es posible inmunizar contra el SARS-CoV-2, pero quedan cuestiones cruciales. ¿Reducirán solo los síntomas o evitarán la infección? ¿Protegerán a personas de riesgo? ¿Durante cuánto tiempo? Hablamos con siete personas expertas, dos hombres y cinco mujeres, para comprender el alcance de estas noticias. Un adelanto: todas mantienen un “optimismo prudente”.
Un grupo antiguo del SARS-CoV-2 dominó en el confinamiento español de la primera oleada, ¿tuvo mayor virulencia? No. Se ha dicho que Aragón y Cataluña fueron foco de una nueva cepa por toda Europa durante el verano, ¿está ya probado? Tampoco. Las autoras de los últimos estudios genéticos validados sobre la pandemia en nuestro país y la directora del Instituto de Salud Carlos III aclaran dudas.
Esta cardióloga dirige el gran organismo público de investigación que realiza, entre otros, el estudio de seroprevalencia del SARS-CoV-2 en España. Considera que, cuando las hipótesis científicas se trasladan a la población, corren el riesgo de convertirse en “simplificaciones erróneas y peligrosas”. Además, asegura que las mutaciones del coronavirus han jugado un papel menor si se comparan con los factores sociales y sanitarios.
Científicos de España y otros países temen que la creciente división de la sociedad en posturas irreconciliables repercuta sobre la gestión de la crisis sanitaria. El problema no es solo político, también afecta a la ciencia: salud o economía; gotitas o aerosoles; confinamiento o libre circulación; sintomáticos o asintomáticos; mascarillas siempre o nunca. Los debates eternos sobre falsas dicotomías confunden a la sociedad y son una lacra para los técnicos que diseñan las medidas.
El conocimiento científico en la pandemia cambia en cuestión de semanas. Algunos temas se olvidan y otros se recuperan de manera cíclica. Cinco meses después del primer estudio, ¿qué ha pasado con la hipótesis de la inmunidad cruzada? Trabajos recientes despejan dudas sobre su papel en la lucha contra la covid-19, todavía rodeado de especulaciones.
Una veintena de especialistas en epidemiología y salud pública reclamaron en agosto que España llevara a cabo un examen de su respuesta ante la crisis sanitaria. Ahora, publican una segunda carta en The Lancet Public Health en la que ofrecen directrices para que la iniciativa tenga éxito. Consideran indispensable el apoyo y la implicación de los gobiernos central y regionales “en un país donde las tensiones políticas son altas”.
Un estudio publicado por el grupo de investigación ScienceFlows, de la Universitat de València, analiza las desinformaciones compartidas en España durante el primer mes del estado de alarma. Los mensajes promovían el consumo de alimentos cotidianos para evitar y curar la infección por el nuevo coronavirus, y en muchos se hacía gala de títulos sanitarios o científicos para dar veracidad al mensaje.