La búsqueda de soluciones contra la COVID-19 nos está mostrando en directo la importancia del conocimiento científico. Sin embargo, en ocasiones se desprecia como base para tomar decisiones políticas y, en el otro extremo, se le exige un poder de predicción absoluto que no tiene. ¿Cómo cambiará la imagen social de la ciencia? ¿Aprenderemos a valorarla tal y como es?
Un estudio con nueve pacientes con síntomas leves publicado esta semana en Nature analiza la replicación del coronavirus en el tracto respiratorio superior. Los resultados muestran que se alcanzan concentraciones muy altas con rapidez en la garganta. Los investigadores consideran que esto puede explicar la pérdida de olfato y gusto por parte de algunos infectados. También consideran que sus datos “justifican” estrategias protectoras como las mascarillas.
Esta científica ha evaluado en la revista médica The Lancet los puntos de la Sanidad española que el coronavirus pondrá a prueba y las lecciones que ya se pueden sacar de la experiencia. Insiste en que una vez pase esta crisis será fundamental estudiar lo que se hizo bien y mal, pero ahora “no se debe permitir que los políticos exploten la situación en su beneficio”.
Dos estudios publicados en Science emplean modelos matemáticos para analizar el papel que jugaron los contagiados con síntomas leves en la difusión del COVID-19 y el efecto de las restricciones al movimiento en la ciudad china de Wuhan durante los primeros días del brote. Según uno de los autores, “no sería irracional pensar que nos acercamos al millón de infecciones” en todo el mundo.
El debate sobre la muerte asistida ha regresado en forma de Proposición de Ley. Esta experta en bioética está acostumbrada a acompañar a pacientes al final de su vida y considera que la labor de los profesionales es la de informar a la sociedad para que esta conversación tenga lugar “desde la serenidad” y “evitando los reduccionismos”.
Un pequeño copépodo de apenas unos milímetros es capaz de generar pérdidas millonarias a la industria piscicultora. El noruego Esben Beck, un inventor autodidacta, ha desarrollado un robot que detecta el parásito sobre la piel de los peces y acaba con ellos.
Esta matemática estadounidense investiga métodos de criptografía para salvaguardar la intimidad de unos usuarios que hoy comparten voluntariamente sus datos con todo tipo de aplicaciones y servicios.
El descubrimiento de un extraño cráneo en 1942 hizo que algunos paleontólogos pensaran que el Tyrannosaurus rex tuvo un primo pigmeo de apenas cinco metros de longitud. Hoy pocos investigadores defienden la existencia del Nanotyrannus y un nuevo estudio ha puesto el último clavo en el ataúd de esta hipótesis.
Los diccionarios equiparan palabras como “amor” y “love”, pero la forma de describirlo varía mucho entre idiomas. Un estudio compara el significado de 24 de ellas en 2.474 idiomas de 20 familias. Los resultados muestran que los sentimientos son menos universales de lo que parece, y que su variación lingüística depende de la proximidad geográfica.
La joven activista sueca, que participará en la COP25 en Madrid, despierta rechazo en algunas personas, no siempre negacionistas del cambio climático. Su edad, su género y su síndrome de Asperger se suman a un incómodo mensaje: que tanto nuestro modo de vida como el sistema deben cambiar si queremos frenar las emisiones que amenazan el medioambiente.