Eugenio Coronado, catedrático de Química Inorgánica de la Universitat de València y especialista en magnetismo molecular, ha tenido un año excepcional: Premio Nacional de Investigación Química 2009, Medalla de Oro de la Real Sociedad Española de Química, premio de investigación de la Royal Society of Chemistry, nuevo miembro de la Academia Europaea y la concesión de una Advanced Grant por parte del European Research Council. En una entrevista reflexiona sobre cuestiones como la “fuga de cerebros”.
A estas alturas, ya estará acostumbrado a que le feliciten por el Premio Nacional Enrique Moles en Ciencia y Tecnologías Químicas.
Efectivamente. Ha significado un estímulo para mí, un respaldo al trabajo que realizo y, sobre todo, un reconocimiento al equipo de investigación que ha colaborado conmigo durante los últimos veinte años en estos temas.
Desde el punto de vista de las distinciones, el 2009 ha sido su mejor año hasta la fecha.
Se podría decir que ha sido una buena “añada”. El más importante ha sido el Premio Nacional porque reconoce mi aportación a la investigación en química. En mi caso, soy un químico atípico porque me dedico a hacer investigaciones en la frontera de la química con otras áreas, como la física o la ciencia de los materiales. Hasta este año, casi todos los premios que había recibido eran por mis aportaciones científico-técnicas, en general. Por ejemplo, el Premio Nacional de Investigación Rey Juan Carlos I en 1997 reconocía la relevancia de mi investigación científica y el Premio Rey Jaime I en 2003 reconocía mis aportaciones a las nuevas tecnologías. Por eso, tanto la distinción de la Real Sociedad como el Premio Nacional son tan importantes para mí porque reconocen mi faceta de químico.
De manera que las instituciones españolas están reconociendo a químicos más transversales.
Es bueno porque no solo premian a químicos “clásicos”, sino también a aquellos que utilizan la química como herramienta para hacer aportaciones en otros campos que tienen que ver más con la física y la ciencia de los materiales, como en mi caso, con la nanociencia molecular y el magnetismo molecular.
La Unión Europea también ha demostrado su interés en estos temas con la concesión de una Advanced Grant, el proyecto de investigación de mayor prestigio en Europa.
Sí, ha sido el distintivo más importante para mí a nivel europeo y una gran satisfacción personal. Estas ayudas del European Research Council son muy exigentes ya que sólo son para líderes excepcionales desde el punto de vista científico y con la capacidad de desarrollar un proyecto pionero ambicioso y no convencional.
Tienes que presentar un proyecto original, muy creativo y muy arriesgado, tener resultados previos rompedores y un amplio currículo. Me he apoyado para pedirlo en mi grupo de investigación y en el excelente equipamiento del Instituto de Ciencia Molecular de la Universidad de Valencia, pero también, a nivel nacional en la experiencia que me proporcionan los grupos de investigación que participan en el Proyecto Consolider-Ingenio en Nanociencia Molecular que coordino, sobre todo los físicos del Instituto de Nanociencia de Madrid, y, por último, a nivel europeo, en el equpamiento del Instituto Europeo de Magnetismo Molecular. Supongo que la suma de todo ha hecho que mi proyecto, aunque arriesgado, haya sido creíble.
La ventaja del programa Ideas del VII Programa Marco es que, por primera vez, Europa apuesta por un investigador que lidera un grupo para desarrollar un proyecto, al contrario del resto de convocatorias que exige la colaboración entre grupos de varios países. El modelo red es adecuado para determinados proyectos, de hecho yo participo en varios, pero muchas veces adolece de falta de coordinación: cada grupo hace sus aportaciones y la interacción e integración es mínima. Esta convocatoria, en cambio, está más acorde con el reconocimiento de la investigación como una actividad más individual que colectiva. En este sentido, el programa premia la excelencia individual y sigue un modelo más americano.
En cierto modo es una manera de retener la excelencia.
Efectivamente, se premia a algunos investigadores europeos para que vean que su trabajo también es reconocido en Europa. Es verdad que estos investigadores resultan muchas veces atractivos para países como Estados Unidos que trata de captarlos. Pero, también es verdad que con premios de este tipo los investigadores de excelencia europeos reciben la financiación y el impulso que necesitan para desarrollar proyectos que podrían dar lugar a nuevos hitos científicos. Y este reconocimiento siempre es positivo para consolidar una comunidad científica de excelencia afincada en Europa.
¿En qué consiste ese proyecto tan novedoso?
Con mi experiencia como químico y físico, intento hacer un proyecto con aportaciones a tres áreas diferentes y, por el momento, independientes: el magnetismo molecular, la electrónica molecular y la espintrónica. Lo que trato de hacer es mostrar que estas tres áreas pueden tener puntos de conexión y que en esos puntos existe la oportunidad de hacer aportaciones importantes a la ciencia.
La espintrónica es la rama más activa del nanomagnetismo y un avance espectacular de la electrónica ya que permite fabricar dispositivos mucho más sensibles a la presencia de campos magnéticos, mucho más pequeños y que consumen mucha menos energía. Los logros de este nuevo campo de la física han cambiado drásticamente nuestros sistemas informáticos y de telecomunicación. Esta nueva tecnología ha permitido, por ejemplo, desarrollar cabezales de lectura de los discos duros de los ordenadores mucho más sensibles que los anteriores. Algunos ordenadores portátiles y lectores de música como el i-pod o el i-phone existen gracias a esta nueva tecnologia.
Sin embargo, los materiales que se estan utilizando actualmente para la espintrónica son materiales tan clásicos como los metales ferromagnéticos (hierro, cobalto) y los semiconductores. Mi propuesta es la de incorporar moléculas magnéticas y materiales basados en estas moléculas en este tipo de dispositivos. Para ello, voy a tratar de aprovechar mi experiencia en elctrónica molecular y magnetismo molecular para diseñar moléculas, manipularlas, colocarlas en superficies, medir sus propiedades y, por último, incorporarlas en estructuras espintrónicas.
El primer paso va a ser hacer primero análogos moleculares a los sistemas espintrónicos que existen en este momento y que se basan en láminas de grosor nanométrico de metales y semiconductores. En una segunda etapa trataremos de ir hacia la nanoespintrónica molecular, es decir hacia sistemas formados por una única molécula. Este aspecto representa un desafío importante para la ciencia y la tecnología actual ya que necesitaremos estudiar cómo organizar estas moléculas en superficies de manera controlada y con precisión nanométrica, para después poder medir las propiedades eléctricas y magnéticas de estas moléculas de manera individual, y, por último, tratar de aprovechar estas propiedades para preparar dispositivos espintrónicos nanométricos. Tecnológicamente esto es un desafío enorme por las dimensiones, las formas y la estabilidad de los objetos moleculares que queremos estudiar.
En este momento lidera también proyectos de excelencia a nivel valenciano y nacional.
En Valencia la Generalidad me ha financiado con un proyecto Prometeo para investigar en nanomagnetismo molecular. Este proyecto solapa con el proyecto europeo pero es menos ambicioso ya que intentamos diseñar desde el punto de vista químico moléculas y materiales moleculares que puedan ser útiles en la espintrónica.
Por otra parte, en el proyecto Consolider en Nanociencia Molecular que coordino a nivel español, intervienen además de químicos del Instituto de Ciencia Molecular, grupos excelentes que estudian la física de superficies y que tratan de aprovechar los avances de la nanociencia y la nanotecnología para estudiar a escala nanométrica las propiedades de nuestras moléculas.
¿Cuál es el papel del Instituto Europeo de Magnetismo Molecular?
El EIMM nació el año pasado a partir de una red de excelencia europea con el objetivo de generar una red de centros que trabajen de forma activa y coordinada en los temas de magnetismo molecular. Desde que surgió esta nueva área hace unos veinticinco años, los grupos europeos lideran los proyectos más competitivos a nivel mundial. De hecho, dentro de Europa, en España se concentra el mayor número de grupos europeos dedicados a la especialidad. Pues bien, con la creación del instituto, pretendemos estar mejor situados para competir de forma ventajosa con Estados Unidos y Japón.
Como director científico, mi papel es incentivar a los grupos del EIMM para que las investigaciones se orienten hacia los temas que puedan tener más interés en el futuro, como por ejemplo la espintrónica molecular o la computación cuántica basada en moleculas magnéticas. Asimismo, pretendo que la Comisión Europea priorice esos temas en sus convocatorias, aunque esto es difícil porque la Comisión suele apostar por proyectos más aplicados donde estén involucradas empresas. Nosotros nos dedicamos a ciencia básica, lo que con frecuencia hace difícil que encontremos temas comunes de interés con la industria electrónica, por ejemplo. No obstante, hay algunos temas concretos relacionados con las aplicaciones biomédicas de los materiales magnéticos moleculares en los que sí puede haber colaboración, pero todavía faltan algunos años para que la investigación básica en magnetismo molecular tenga aplicaciones industriales.
Uno de los puntos fuertes del instituto que dirige es su equipo joven y dinámico, ¿cree que le puede afectar en el futuro la falta de vocaciones científicas?
Más que la falta de vocaciones, nos puede afectar la falta de planificación a la hora de definir y desarrollar una carrera investigadora. En España esta carrera investigadora sigue sin estar claramente definida. A nivel nacional se sigue improvisando y cambiando las reglas del juego.Y a nivel local las cosas no andan mejor.
En estos momentos las carreras en ciencias básicas están inmersas en una crisis vocacional no sólo a nivel español sino también a nivel europeo. En países como por ejemplo Alemania o Francia, faltan estudiantes en estas carreras y se está incluso llegando a cerrar facultades. En España, todavía no notamos esta tendencia en la disciplina de Química pero probablemente nos afecte seriamente en un plazo no superior a diez años.
Resulta paradójico constatar que ahora que en España hemos alcanzado un buen nivel investigador en cuanto a medios materiales y humanos, el número de tesis doctorales esté disminuyendo. El problema no es únicamente vocacional. Como he indicado antes, el problema está más bien relacionado con la falta de reflejos por parte de las instituciones a la hora de atraer y estabilizar a las jóvenes generaciones de científicos. Resulta por ello esencial que se defina una carrera investigadora para que los estudiantes que opten por dedicarse a la investigación en estas áreas sean los mejores y, además, puedan desarrollar esta opción en condiciones óptimas.
Una cuestión pendiente es la reincorporación de jóvenes doctores cuando vuelven de extranjero. El hecho es que necesitamos investigadores en España y las universidades tienen que ser conscientes de ello. El CSIC sí que está ampliando su plantilla de personal investigador pero a nivel universitario la única manera de estabilizar a investigadores es mediante plazas de profesorado. Y no me refiero a estabilizarlos desde el punto de vista funcionarial, sino simplemente ofrecerles contratos con incentivos que premien los resultados. Tenemos los contratos Juan de la Cierva y Ramón y Cajal como primer paso pero, ¿después qué?
¿Qué solución propone?
La cuestión se ha resueltocon la creación de fundaciones que estabilizan a jóvenes doctores y permiten fichar a investigadores consolidados que se vinculan a universidades o centros de investigación. Me refiero a programas del estilo de ICREA de Cataluña y similares en el País Vasco y Madrid. Vengo reclamando desde hace años que la Comunidad Valenciana necesita urgentemente una fundación que apueste por una plantilla investigadora. Si no se resuelve, en unos años las otras comunidades contarán con mejores investigadores que la Comunidad Valenciana y serán más competitivos en investigación y en transferencia de tecnología.
Sin duda en nuestra comunidad autónoma se está apostando por la excelencia investigadora, tanto en las universidades con la creación de institutos universitarios, como en la Generalitat Valenciana con la activación de programas de excelencia como el programa Prometeo. Pero ese esfuerzo es insuficiente y debe ir acompañado de la estabilización del personal. Esto lo debe resolver la Generalitat con el apoyo de las universidades y cuanto antes, mejor.
Nuestra Comunidad destaca en algunas áreas como la química y la física. En química, por ejemplo, los indicadores de impacto científico muestran que de los diez químicos más citados de España, siete trabajan en nuestra Comunidad. La investigación en esta área se encuentra en un momento excepcional. Pero de poco nos servirá si no reaccionamos a tiempo y creamos una Fundación tipo ICREA. Yo, por ejemplo, estoy formando e incorporando al grupo a jóvenes investigadores que después ficha Cataluña o Madrid.
Y, además, mi Universidad no permite desde hace cuatro años que en mi área de investigación se incorporen investigadores del Programa Ramón y Cajal con la excusa de que en esa área no hay necesidades docentes. Me encuentro, por tanto, bloqueado para fichar nuevos doctores y con la sensación de que los mejores doctores del Instituto van a fichar en cualquier momento por otros equipos. Está bien y es saludable que haya movilidad entre los buenos investigadores, pero también debemos de poner las condiciones necesarias para que los mejores vengan a nuestra región y se sientan valorados; en resumen, debemos ser “importadores” además de “exportadores” de cerebros. Tenemos poco que perder y mucho que ganar.