“Si la teoría de cuerdas es correcta, podríamos hablar de una especie de ‘sinfonía’ del universo”

El músico Pablo Novoa ha formado parte de grupos míticos como Golpes Bajos y tocado con Los Ronaldos, Josele Santiago e Iván Ferreiro, entre otros. Menos conocida es su afición y formación científica. Es licenciado en Químicas y un apasionado de la divulgación en estas materias, lo que le ha llevado a colaborar con instituciones como el Centro de Supercomputación de Galicia.

“Si la teoría de cuerdas es correcta, podríamos hablar de una especie de ‘sinfonía’ del universo”
Pablo Novoa

Empezó a estudiar Químicas en la Universidad de Santiago, pero acabó decantándose por la música. ¿Cómo dio ese giro a su carrera?

He tenido dos vocaciones desde que era adolescente: la química –sobre todo la química física– y la música. Comencé a tocar en grupos y a aprender música mientras estudiaba la carrera en Santiago, porque siempre he sentido curiosidad por los avances tecnológicos y científicos. Era realista y pensaba que viviría de mi licenciatura y que tocar sería un hobby. Sin embargo, las circunstancias cambiaron las tornas. A partir del primer disco de Golpes Bajos, la música se convirtió en mi profesión y decidí terminar la licenciatura por la UNED, porque esta carrera requiere muchas horas de prácticas y es casi imposible aprobarla si tienes otro trabajo. En la modalidad de educación a distancia la parte experimental se concentra en unas cuantas semanas al año.

“Es raro encontrar artistas que tengan formación científica”

¿Se ha encontrado con más músicos que compartan su pasión por la divulgación científica?

A mi modo de ver, la mayoría de los músicos –y en general la gente que se dedica al arte– son personas curiosas. Uno se nutre de observar, sentir y entender lo que te rodea. La curiosidad por la ciencia en bastante habitual entre los músicos de cierta edad. Conozco a bastantes compañeros que siguen las noticias sobre astronomía, biología o física de partículas que salen en los medios de comunicación. Lo que es raro es encontrar artistas que tengan formación científica, y menos una licenciatura.

¿Quiénes son sus referentes en estos temas?

Suelo leer los artículos de ciencia de los periódicos, especialmente de El País. Sánchez Ron es un colaborador de prensa que me gusta mucho. No acostumbro a ver la televisión pero también leo bastantes libros de temas de este tipo como El quark y el jaguar de Murray Gell-Mann, La partícula divina de L. Lederman, libros de Stephen Hawking, Feynman y Asimov, y también literatura sobre evolución humana de Arsuaga, F.J. Ayala, etc.

¿Cuáles son las áreas que más le interesan?

Me interesa sobre todo la física de partículas, la astrofísica, la síntesis de nuevos materiales y todo lo que tenga que ver con la evolución humana.

Ha participado de forma voluntaria en un proyecto con la Universidad de Santiago de Compostela y el CESGA para “hacer música con más de 2.700 km de por medio” ¿Cómo le llega esta propuesta?

El ofrecimiento me llegó por medio de Javier Abreu, ingeniero de sonido, que trabaja con la Universidad de Santiago en el departamento de audiovisual. Él era uno de los precursores de la experiencia y me invitó a participar como músico, sabiendo que, además de la amistad que nos une, me iba a encantar participar debido a mi formación científica. Evidentemente acertó, fue un placer colaborar con ellos.

“La relación entre música y ciencia es grande e intensa”

Lleva más de tres décadas dedicado a la música… ¿Ha reflexionado sobre las relaciones que unen sus dos vocaciones: música y ciencia?

Según vas profundizando en ambas, te das cuenta de que la relación entre música y ciencia es muy grande e intensa. Se podrían poner un montón de ejemplos y similitudes. La armonía, esa disciplina dedicada al estudio de la combinación de notas musicales simultáneas, tiene una base matemática evidente. El conocimiento de tonalidades, las relaciones entre notas y su función son puro cálculo matemático. La que conocemos como escala mayor está íntimamente ligada a la acústica, una rama de la física. La vibración de una cuerda produce unos armónicos que, no por casualidad, van formando la mayoría de las notas de una escala mayor. Es como si la física nos hubiese enseñado el camino de la armonía clásica y solo hubiésemos retocado algún grado.

“De no dedicarme a la música, lo que más me hubiese gustado es trabajar en el CERN”

Si la teoría de cuerdas –que intenta explicar todas las partículas y fuerzas conocidas– es correcta, podríamos hablar de una especie de sinfonía del universo. Cada partícula sería una vibración o conjunto de vibraciones particulares de una cuerda o un nudo de ellas, como si todo lo que existe se distinguiera realmente por dar su “propia nota”.

Si su destino fuera otro y no se hubiese topado con el éxito de Golpes Bajos, ¿dónde le hubiera gustado trabajar?

De no dedicarme a la música, lo que más me hubiese gustado es trabajar en el CERN. Me encantaría vivir de primera mano el descubrimiento de partículas, ver como se corrobora o se tiran a la basura teorías para explicarlo todo.

Fuente: SINC
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