El iTEAM de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) trabaja en los más avanzados sistemas de telecomunicaciones, incluidos proyectos para la Agencia Espacial Europea. Sin embargo, en el moderno despacho de José Capmany, director del iTEAM, hay un elemento que desentona: una radio de válvulas de 1945, herencia de su abuelo, que sigue funcionado y, según el catedrático, ofrece una calidad de sonido insuperable. Y es que vivimos entre la tecnología del pasado y la del futuro.
La comunicación de la ciencia es fundamental para que la sociedad valore y esté al día de los avances científicos, ¿cómo es posible cuando se trabaja con temas tan complejos como la fotónica de microondas?
Una de las mejores formas de comprobar nuestro trabajo es ver que el destinatario final experimenta los avances. Así como hace unos años nuestras posibilidades como usuarios individuales de acceder a avanzadas telecomunicaciones eran muy escasas, hoy tenemos, pongamos por caso, móviles de última generación y acceso a Internet con una velocidad sorprendente… Por tanto, el impacto de nuestras investigaciones es fácilmente visible. Ahora bien, todo eso va soportado por unas tecnologías y unas infraestructuras que son difíciles de entender pero básicamente se dividen en dos: las telecomunicaciones de radio o inalámbricas que nos permiten comunicarnos mientras nos movemos y las de cable que llevan la señal desde las grandes centrales hasta los puntos de terminación de la red que pueden ser de cable o de radio. Sobre esto hay una serie de tecnologías más “blandas”, la programación, las interfaces gráficas… Sí que es cierto que dificulta la divulgación de nuestro trabajo el hecho de que siempre se produce un desfase de unos años entre nuestros desarrollos, como un chip más veloz o una mayor velocidad de comunicación, y el producto final.
¿Cuáles son los proyectos en marcha más relevantes del Instituto?
Tenemos varios importantes. En primer lugar, en el ámbito europeo, trabajamos en el tema de acceso a redes de banda ancha híbridas (con fibra óptica y radio), en la tecnología que permite enviar televisión por el móvil (DVB-H) y en el desarrollo de aplicaciones en comunicaciones móviles. Además, dentro de uno de los proyectos que realizamos en colaboración con la Agencia Espacial Europea, colaboramos en el desarrollo de un transceptor cuántico que irá alojado en la Estación Espacial Internacional. El prototipo estará listo en 2010 y, tras tres años más de pruebas, se subirá a la Estación.
En cuanto a las aplicaciones más industriales, estudiamos técnicas de procesado de señales para inspeccionar materiales, esto es, el desarrollo de sensores de fibra óptica integrados en estructuras civiles, concretamente, en el hormigón de las vigas. Eso nos permite la monitorización de la estructura para saber, por ejemplo, si se producen grietas, etc.
En muchas especialidades se empieza a notar la falta de estudiantes de carreras de ciencias y de investigadores, ¿el Instituto observa problemas a la hora de atraer personal?
De momento, no. Contamos con un equipo joven, muy cualificado y con ganas de trabajar, además ayuda tener proyectos atractivos porque el investigador percibe que trabaja en investigaciones avanzadas y de impacto internacional. También es cierto que en épocas de crisis siempre es más fácil atraer a gente porque cuando hay trabajo en empresas, los titulados suelen optar por el sector privado por los altos salarios.
Somos 140 investigadores a fecha de hoy, aunque esta cifra fluctúa, unos 80 son fijos y los demás están haciendo estancias con nosotros o trabajando en sus proyectos de final de carrera… Casi todo el equipo proviene de Telecomunicaciones, y algunos son licenciados en Informática y en Física. Hemos duplicado en los últimos 4 años tanto el personal como la producción y, en principio, se espera continuar creciendo durante los próximos años, aunque creo que hemos llegado al tamaño ideal, ya que obviamente hay restricciones de espacio.
¿A qué se debe ese crecimiento tan vertiginoso?
Por varios motivos. En primer lugar, porque el Instituto está articulado sobre un conjunto de 9 grupos internos coordinados por gente también joven, y en segundo lugar, creo que se debe a la eficiente gestión del centro. Tanto los investigadores como sus responsables pueden dedicar casi todo su tiempo a la investigación porque prácticamente hemos eliminado las trabas burocráticas y se facilita la gestión de proyectos. Se ofrece ayuda a la hora de pedir proyectos y después se da cobertura en las auditorías de manera que el investigador principal no tiene que perder tiempo en la justificación y en la contabilidad. Por otra parte, el consejo que rige el Instituto es pequeño y las decisiones se toman por unanimidad.
Gran parte del éxito del Instituto debe ser mérito suyo ya que ha llevado las riendas desde su creación.
Mi tarea fue primero arrancar el Instituto. Tras terminar mi formación en Ingeniería de Telecomunicaciones en la Universidad Politécnica de Madrid, me trasladé a Valencia en 1991 para ocupar la plaza de profesor en la Escuela de Telecomunicaciones del Departamento de Comunicaciones. Uno de los institutos que se originó a partir del departamento fue este en 2002 aunque no empezó a funcionar como tal hasta 2005. Sigo dando clases pero ahora mi función principal en la dirección del centro es velar para que continúe creciendo. Además, coordino el Grupo de Investigación en Comunicaciones ópticas, donde investigamos en fibra óptica, transceptores cuánticos y proyectos de telecomunicación de banda muy ancha. De hecho, el año pasado conseguimos un record mundial en transmisión de fibra multimodo dentro del proyecto europeo Alpha. Este estudio termina el año que viene y está dedicado a buscar tecnologías para conseguir que un usuario final pueda tener una velocidad de acceso muy alta.
El instituto está muy orientado a las aplicaciones industriales, ¿cuál es su relación con el sector privado?
Generalmente nuestra relación con la industria es a través de la participación en consorcios de proyectos. Las empresas con las que colaboramos van desde las pequeñas y medianas a los pesos pesados de las telecomunicaciones como Telefónica o Indra. También se realiza trabajos para France Telecom, Motorola…
Otra de las actividades que nos preocupa mucho es la generación de patentes y la transferencia de tecnología. De hecho, esta actividad ha crecido por encima del 100%. Considerando que el Instituto se inició como tal en 2005, hablamos de 8 patentes registradas en 2008 y prevemos superar las 10 este año. Además, se han creado dos “spin-off”: una conjuntamente con la Universitat de València llamada Aurora Software and Testing, centrada en el sector espacial, y NGARO Intelligent Solutions, que se dedica a la detección de incendios por infrarrojos.
Nos importa mucho una visión equilibrada de la I+D+i, es decir, se fomenta desde la investigación más básica al desarrollo de aplicaciones, la transferencia a empresas y la creación de “spin-offs” propios. Como no podemos contratar a todos los investigadores que quisiéramos, una de las maneras de contribuir a la sociedad es apoyar la creación de iniciativas empresariales con la tecnología que generamos para que puedan ser montadas y gestionadas por nuestros investigadores.
De cara al futuro, ¿dónde ve los principales retos en el campo de las telecomunicaciones?
Respecto a las aplicaciones, principalmente veremos mayor desarrollo de software para explotar la banda ancha (para tele-enseñanza, tele-medicina… o aplicaciones que nos permitan dar más versatilidad en terminales de móvil, por ejemplo). Otro campo importante es la convergencia entre el sector fijo y el móvil de la red: cuando hablamos por móvil, la comunicación se transmite por radio hasta la estación base (una antena), a partir de ahí la señal va por fibra. De manera que se está investigando mucho el cómo compatibilizar estos dos segmentos para que ninguno de ellos constituya un cuello de botella para el otro. También es muy importante para nosotros el sector de las telecomunicaciones espaciales porque estimamos que la cantidad de proyectos se incrementará de manera muy considerable en los próximos años.
¿Cuál será la tecnología del futuro?
En cuanto a la investigación a largo plazo, las comunicaciones cuánticas, sin duda. En unos 15 años aparecerán los primeros ordenadores cuánticos y los primeros sistemas de telecomunicaciones. Esto abrirá un campo completamente nuevo al multiplicar la capacidad de almacenado y procesado de información en tamaños muy reducidos.