Conocer los efectos que la actividad cuidadora tiene sobre el nivel de salud de las mujeres inmigrantes latinoamericanas dedicadas al cuidado no profesional de personas dependientes. Con este objetivo, investigadores de la Unidad de Enfermería de la están desarrollando la investigación ‘Cadenas de cuidado global: impacto en la salud de las mujeres inmigrantes iberoamericanas residentes en la Comunidad de Madrid’.
El estudio, que cuenta con la colaboración del Centro de Orientación Sociolaboral para Mujeres Inmigrantes (COSMI), ha sido realizado sobre una muestra de 430 mujeres, con el siguiente perfil: boliviana (el 55,5% son de esta nacionalidad), de entre 26 y 45 años, con hijos y con una experiencia de entre uno y cinco años asistiendo a personas dependientes en el hogar.
“Las trabajadoras dedicadas al cuidado no profesional de personas dependientes se ven inmersas en unas densas redes de obligaciones que, sumadas a las características del empleo doméstico, dificultan su movilidad sociolaboral y repercuten negativamente en su salud”, asegura Paloma Salvadores Fuentes, la responsable del proyecto. Y es que, según los investigadores, estas mujeres son “triplemente cuidadoras”: son cuidadoras de las personas en cuya casa trabajan, son cuidadoras de su propia familia en España y son cuidadoras de la familia que han dejado en sus países de origen (el 47% envían remesas de más de la mitad de su salario).
Además, sus condiciones laborales dejan mucho que desear. La investigación desvela que el 99,4% realizan tareas domésticas además de las tareas del cuidado, que el 68,8% no tiene contrato, que el 40,7% trabaja más de 50 horas semanales, que el 30,3% tiene menos de dos días libres a la semana y que el 23,3% trabaja en más de un hogar. Igualmente, el 12,6% está en régimen interno.
“Por la gran responsabilidad que tienen estas mujeres presentan más riegos de alteraciones emocionales y de salud”, asegura Salvadores. Así, el estudio constata que los patrones básicos de salud han experimentado un cambio tras el proceso migratorio. Y especialmente en dos aspectos: el sueño y la actividad física. Las mujeres que dormían más de nueve horas en su país representaban el 38%, pasando a ser el 5,1% al llegar aquí. Las que lo hacían entre seis y ocho horas era del 58,4% pasando a ser el 88% desde que viven en España. Igualmente, el 54,4% no realiza ejercicio físico. Y el 44,2% aduce razones de tiempo para no hacerlo.
“El último fin de este proyecto es aportar conocimientos que permitan implementar medidas correctoras que mejoren la salud de las mujeres inmigrantes cuidadoras y, secundariamente, la de las personas a las que cuidan”, asegura la investigadora. Para ello, además del estudio cuantitativo, se están realizando entrevistas en profundidad que desvelen la influencia del proceso migratorio en la modificación de estereotipos de género relacionados con el rol cuidador.
El equipo de investigación está formado por la Doctora Paloma Salvadores Fuentes, Almudena Alameda Cuesta, María Dolores Herrera de Elera y Ángel Lizcano
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