Hace entre 15.000 y 6.000 años, se utilizaban ocres y otros colorantes para el arte prehistórico, pero también para la protección de la piel y como pintura corporal, entre otros usos. Un equipo, liderado por la Universidad de Valencia, que muestra por primera vez cómo se obtuvo y se aprovisionó el óxido de hierro para transformarlo en los ocres de uso doméstico.
En la larga historia humana, el uso de óxidos de hierro se considera una evidencia significativa para el reconocimiento de las capacidades cognitivas, del simbolismo y del lenguaje humanos. Ocres y otros colorantes fueron utilizados en el arte prehistórico para plasmar motivos figurativos y geométricos, para la protección de la piel y como pintura corporal. También se emplearon combinándolos con adhesivos naturales para enmangar herramientas de piedra, en el proceso de curtido y en la conservación del cuero.
Hasta este estudio, los trabajos sobre los óxidos minerales en la región mediterránea han tratado los colorantes utilizados en el arte prehistórico. Sin embargo, no existía un estudio basado en muestras arqueológicas y geológicas con análisis geoquímicos y mineralógicos. Este hecho ha permitido conocer que la existencia de materiales geológicos cercanos fue relevante en las labores de aprovisionamiento de óxidos.
Un equipo de investigación de la Universitat de València (UV) y de la Universidad de Artes y Ciencias Aplicadas del Sur de Suiza ha publicado un estudio que caracteriza el aprovisionamiento y procesado de óxidos de hierro para obtener ocre y colorantes entre el final del Paleolítico y el Neolítico. Es la primera vez que se investigan los ocres recuperados en espacios domésticos y muestras de su entorno geológico, para conocer su procedencia.
El trabajo, publicado en la revista Geoarchaeology, constituye el hallazgo de los primeros datos conocidos sobre el proceso de captación de óxidos minerales, su transformación física y las herramientas que intervinieron a lo largo del Paleolítico final, el Mesolítico y el Neolítico, hace entre 15.000 y 6.000 años.
“Hemos empezado a conocer cómo se gestiona la procedencia y aprovisionamiento de óxidos, constatamos también una importante actividad de procesado en las fases más recientes del yacimiento (las Cuevas de Santa Maira en Castell de Castells, Alicante), durante el Mesolítico y Neolítico, respecto a las primeras fases, así como cambios a la hora de tratar los óxidos y obtener ocre”, ha destacado J. Emili Aura, catedrático de Prehistoria de la UV.
La intensa actividad de transformación se ha detectado tanto por la presencia de restos de ocre de diferente tamaño y peso, como por la concentración de equipos de macroútiles de piedra para machacar y moler los óxidos.
Además de la vinculación de los ocres arqueológicos con el entorno, ha sido posible conocer los cambios en el uso del ocre a lo largo de las diferentes fases arqueológicas, y comparar su procedencia (local y no local) y los equipos de procesado a lo largo de varios milenios.
Las Cuevas de Santa Maira es un yacimiento estudiado por un amplio equipo interdisciplinar que ha proporcionado datos relevantes sobre los cambios paleoambientales ocurridos a partir del Último Máximo Glacial, así como sobre la evolución tecnológica, las estrategias económicas, la movilidad y el simbolismo, y ha aportado evidencias de prácticas de canibalismo entre los cazadores mesolíticos.
Este mismo año se ha dado a conocer las evidencias del uso de fibras vegetales para fabricar objetos de cestería, un material perecedero que solo se conserva en condiciones excepcionales.
Fragmentos de ocre. / UV
Referencia:
J. Emili Aura Tortosa et al. “Characterization and sources of Paleolithic–Mesolithic ochre from Coves de Santa Maira (Valencian Region, Spain)”. Geoarchaeology 2020;1–20. DOI: 10.1002/gea.21821