China ha marcado un hito este sábado en su carrera espacial al lograr posar el vehículo Zhurong sobre la superficie marciana en su primera misión, llamada Tianwen-1, al planeta rojo. Este logro solo lo habían conseguido antes, tras varios intentos, EE UU y la extinta URSS, que no consiguió completar la hazaña.
El rover o explorador Zhurong (nombre de un dios del fuego de la mitología china) amartizó este sábado a las 07:18 hora local (01:18 hora peninsular española) en una llanura de Utopia Planitia, en el hemisferio norte del planeta, tras lo que consiguió enviar señales a la Tierra, según la Administración Nacional China del Espacio (CNSA).
“La misión de exploración marciana ha sido un éxito total”, ha afirmado el director de la CNSA, Zhang Kejian, desde el Centro de Control Aeroespacial de Pekín después de que el amartizaje se confirmase.
Llevó más de una hora confirmar el éxito, ya que el Zhurong debía desplegar primero sus paneles solares y antenas para enviar señales, que tardan a su vez cerca de 17 minutos en llegar a la Tierra debido a la gran distancia que separa a ambos planetas.
La misión Tianwen-1 (Preguntas al Cielo, en mandarín) –formada por un orbitador, el módulo de amartizaje y el rover o explorador– alcanzó la órbita de Marte el pasado 11 de febrero, después de viajar durante siete meses por el espacio y recorrer 475 millones de kilómetros.
La cápsula con el módulo y el explorador se separó del orbitador a las 04:00 hora local (22.00 hora peninsular) y descendió hacia el planeta rojo durante tres horas. Entonces, entró en la atmósfera de Marte, a una altura de 125 kilómetros sobre su superficie, e inició la fase más arriesgada de la misión.
Son los conocidos por los expertos como los "siete minutos de terror" (aunque en este caso serían alguno más), cuando la velocidad del ‘aterrizador’ debe reducirse notablemente para poder amartizar con éxito y todo es controlado de forma autónoma por el orbitador y la cápsula, debido al tiempo que tardan en llegar sus señales a la Tierra.
La velocidad de la nave se redujo entonces de 4,8 kilómetros por segundo a 460 metros por segundo y un gran paracaídas de 200 metros cuadrados se desplegó para continuar amortiguando su caída hasta los 100 metros por segundo.
Poco después, el paracaídas y la cubierta exterior de la cápsula -que la protege de las altas temperaturas producidas por el choque con la atmósfera marciana-, se desprendieron y se activó el retrocohete del módulo para disminuir aún más la velocidad hasta casi cero.
A cerca de 100 metros de la superficie, el artefacto se quedó en suspensión unos instantes para identificar posibles obstáculos y medir el desnivel, tras lo que seleccionó una zona relativamente plana y descendió lentamente, posándose con éxito sobre ella con sus cuatro brazos amortiguadores.
Los siete minutos de terror en este caso fueron nueve, en una operación “extremadamente complicada, que tuvo que ser realizada por la nave espacial de forma autónoma”, según explicó el portavoz de la CNSA, Gee Yan.
“Cada paso tenía solo una oportunidad y las acciones estaban estrechamente relacionadas. Si hubiese habido algún error todo habría fracasado”, reconoció Gen. De hecho, el grado de éxito mundial en amartizajes está por debajo del 50 % y la mayoría de los intentos fallidos han ocurrido durante el descenso.
“Se trata de una operación extremadamente exacta en la que intervienen múltiples tecnologías, incluido el diseño aerodinámico de la cápsula, el paracaídas y el motor del retrocohete para conseguir un amartizaje suave”, indicó Sun Zezhou, jefe diseñador de la misión.
Cada paso tenía solo una oportunidad y las acciones estaban estrechamente relacionadas. Si hubiese habido algún error todo habría fracasado
Por comparar, el Prop-M de la Mars 3, la misión de la antigua URSS que consiguió posar el primer explorador del mundo sobre el planeta en 1971 (y única soviética que lo consiguió) dejó de enviar señales apenas 20 segundos después y fracasó.
Lanzamiento del cohete transportador Tianwen-1 el pasado 23 de julio en Wengchan, China. CGTN. EFE/ Str/Archivo
China se convierte así en el primer país en viajar hasta Marte, entrar en su órbita y explorarlo en una primera misión, para la que ha invertido cerca de 8.000 millones de dólares (6.596 millones de euros).
El Zhurong, cuyo nombre tiene resonancias con el nombre chino de Marte, Huoxin (planeta de fuego), estará entre siete y ocho días detectando los alrededores del lugar de amartizaje y chequeando sus equipos antes de bajar del módulo transportador y moverse por la superficie del planeta.
Con seis ruedas, equipado con paneles solares que le confieren un aspecto que recuerda a una mariposa azul y un peso de 240 kilos, tiene previsto explorar la composición del planeta durante cerca de 90 días marcianos (93 días terrestres) y buscar signos de hielo.
Se cree que Utopia Planitia, donde amartizó también en 1976 el explorador de la misión Viking 2 de la NASA, contiene grandes cantidades de hielo bajo la superficie.
El Zhurong dispone de un avanzado instrumental, incluidas dos cámaras panorámicas, un radar que penetra el suelo y un detector de campos magnéticos.
También cuenta con un láser que puede utilizar para analizar rocas y estudiar su composición, así como instrumentos meteorológicos para estudiar el clima y el tiempo en Marte.
Tras separarse del módulo de la cápsula de entrada, el orbitador regresó a su órbita de estacionamiento en torno al planeta, desde donde ayudará en las comunicaciones entre el explorador y la Tierra.
El orbitador tiene un tiempo de vida estimado de un año marciano o 687 días terrestres.
Por último, China ha construido el radio telescopio orientable más grande de Asia con una antena de 70 metros de diámetro en la ciudad nororiental de Tianjin para recibir los datos de la Tianwen-1.