Mª Azucena Penas, del Departamento de Filología Española de la Universidad Autónoma de Madrid, ha estudiado de forma multidisciplinar la lengua literaria a través de diversos autores de distintas épocas, con especial atención a la lengua de Lope de Vega, desde el enfoque semántico y el gramatical. Esta investigadora ha abordado un estudio lingüístico del subcódigo estilístico por las enormes posibilidades y retos que plantea.
Mª Azucena Penas, del Departamento de Filología Española de la Universidad Autónoma de Madrid, ha profundizado en el estudio de los fundamentos gramaticales del cambio semántico en la lengua literaria, desde una perspectiva general y particular, sincrónica y diacrónica. Esta investigadora parte de que toda lengua, como sistema de signos, acoge una pluralidad de usos. Estos usos son los hechos empíricos que han de permitir la formalización del código general que los engloba. Uno de los usos más relevantes del lenguaje es el literario, haciendo bueno el dicho de que la lengua nacida de la necesidad alcanza su cima en el arte.
El estudio de los usos artísticos del lenguaje permite apreciar más cabalmente las obras y, a la vez, entender mejor el desarrollo del idioma, la multiplicidad de sus registros, la desaparición de unas formas y el auge de otras, la potenciación de las posibilidades expresivas del sistema gracias a la destreza y a la sensibilidad de los escritores. Motivo por el que el libro que acoge todo este estudio aspira a constituir la aportación personal de la autora a una inexistente historia de la lengua literaria.
Con rarísimas excepciones, las historias de la literatura dejan al margen, en su descripción y valoración de las obras que se incorporan al inventario, la consideración de su lenguaje. Hay apreciaciones acerca de los contenidos –según los casos– o de algunos aspectos constructivos, y tal vez se alude a la posición de las obras en una determinada serie literaria; pero sólo en muy contadas ocasiones se subrayan las aportaciones lingüísticas del escritor, y casi siempre a base de vagas generalizaciones –«prosa rica y variada», «lenguaje metafórico», «estilo entrecortado» y fórmulas análogas–, poco aptas o insuficientes para caracterizar un producto que es, antes de nada, una construcción verbal. Sin embargo, los historiadores de la lengua saben muy bien hasta qué punto las obras literarias del pasado les han permitido reconstruir el proceso evolutivo del idioma. Las mejores síntesis de historia del español –la de J. Oliver, la de R. Lapesa, la de R. Cano, la de R. Menéndez Pidal, etc.– son en buena medida historias de la lengua literaria, de las formas idiomáticas que han perdurado gracias a su uso en el lenguaje escrito. No se dispone de grabaciones para oír cómo hablaban las gentes del siglo XVI o del XVII, pero sí se tienen obras dramáticas, relatos, crónicas, coloquios, textos gramaticales, documentos de todo tipo que permiten rehacer un estado de lengua con el apoyo sustancial de los textos literarios. Por lo tanto, todos los acercamientos que puedan intentarse en este sentido serán pocos. Se hace necesario poseer muchos más trabajos, como, por ejemplo, descripciones lingüísticas de estilos y autores, vocabularios de escritores, repertorios fraseológicos.
Atendiendo a este planteamiento se ha trabajado en la presente obra, cuyo núcleo de investigación versa sobre las figuras gramaticales de la serie morfosintáctica, que permiten definir el idiolecto de Lope de Vega, mediante el análisis pormenorizado de las figuras fonológicas, morfológicas, sintácticas, léxicas y semánticas, que operan a nivel de la palabra y de la oración; inscritas, a su vez, dentro de un marco comunicativo, semiótico y pragmático, más amplio.
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