Investigadores de la Escuela de Ingeniería Agrícola de la Universidad de León han realizado un estudio en el que relacionaron la reducción de los niveles de humedad de la planta Cynara cardunculus, una variedad de cardo silvestre utilizado como biomasa, con su poder calorífico, la energía que se obtiene de su combustión. Los científicos han comprobado que reducir la humedad de la planta hasta dejarlos entre un 10 y un 14 por ciento incrementa el poder calorífico hasta un 5 por ciento, y además facilita su transporte.
El estudio, dirigido por el catedrático y profesor de la Universidad de León, Jesús Suárez Moya, ofrece pruebas experimentales para reforzar una práctica que ya se hace en el campo, donde se dejan secar los cultivos que se destinan a la biomasa para facilitar posteriormente su transporte. Pero, según el investigador, existe un problema, y es que este sistema tradicional no reduce suficientemente la humedad de la planta, por lo que los cultivos “aumentan su volumen y tienen un poder calorífico bajo”. Se necesitan tres kilos de biomasa para producir la energía que produce un litro de gasolina.
Suárez Moya explica a DICYT que el objetivo del trabajo fue mejorar el poder calorífico de los cultivos de biomasa, para lo cual se centraron en el estudio del secado de las plantas que se utilizan a tal efecto, como por ejemplo el cardo silvestre (Cynara cardunculus). Los investigadores utilizaron energía eléctrica para reducir la humedad de la planta en un secadero experimental, donde la planta se ubicaba en una célula de carga que mide el peso de forma constante.
Incremento poder calorífico
Cuando se alcanzaban determinados niveles de secado se comprobaba el poder calorífico introduciendo la planta en un calorímetro, instrumento para medir la cantidad de calor que libera o absorbe un cuerpo. De esta forma, los investigadores comprobaron que reduciendo los niveles de secado en cardo hasta mantener entre un 10 y un 14 por ciento de humedad en la planta (secándola en el campo se mantiene entre un 20 y un 25 por ciento de humedad), se incrementaba hasta un 5 por ciento el poder calorífico.
Sobre la forma de secar más las plantas, Suárez Moya se inclina por dejarlas más tiempo en el campo antes de su recogida, puesto que, para alcanzar el punto crítico a partir del cual la energía que se invierte en el secado es superior a la que adquiere la biomasa, si se utilizase una fuente de energía como la eléctrica (como se ha hecho en el estudio) el balance económico sería negativo.