El grupo de Investigación en Química Forense (INQUIFOR) de la Universidad de Alcalá demuestra que el dinitrotolueno (DNT) puede contaminar muestras de dinamita que no tengan este compuesto en su composición –como la Goma 2-ECO– cuando están guardadas en las bolsas de polietileno oficiales que se utilizan para transportar y almacenar pruebas forenses.
Los restos de los explosivos utilizados en los atentados del 11-M en Madrid, que acabaron con la vida de 191 personas, se recogieron y guardaron en las bolsas de polietileno que oficialmente utiliza la Policía y la Guardia Civil. Así se trasladaron y almacenaron durante tres años en los laboratorios forenses junto a otras muestras de explosivos. Cuando volvieron a analizarse pasados tres años, los resultados no coincidían con los arrojados en los estudios realizados tras los atentados: las muestras de Goma 2-ECO presentaban trazas de dinitrotolueno (DNT), un compuesto tóxico y volátil que no forma parte de su composición y que si se encuentra en otros explosivos, como el Titadine, habitualmente utilizado por ETA.
Los científicos de INQUIFOR, grupo de investigación de la Universidad de Alcalá perteneciente al Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Policiales de la Universidad de Alcalá, han demostrado que el DNT –compuesto volátil que a temperatura ambiente pasa fácilmente a estado gaseoso– se puede transferir desde una bolsa de polietileno que aloja una dinamita con DNT en su composición a otra bolsa con una dinamita que no contiene este compuesto. Los resultados de este trabajo acaban de publicarse en Forensic Science Internacional 2011 (DOI: 10.1016/j.forsciint.2011.04.007), revista científica internacional con un alto índice de impacto.
Los investigadores han evidenciado la teoría de la contaminación cruzada utilizando técnicas de alta sensibilidad, la cromatografía de gases y de líquidos con detección por espectrometría de masas. Los autores de este trabajo introdujeron una muestra de Goma 2-ECO y otra de Goma 2-EC en diferentes bolsas, que se guardaron, separadas por un papel para evitar el contacto físico entre ellas, en un bote cerrado. A la semana, ya detectaron DNT en la atmósfera del bote, y al mes se había producido una clara transferencia de una muestra a otra.
“Se investiga muy poco la etapa del muestreo, que es de una importancia determinante porque si las muestras están contaminadas, las interpretaciones de todo análisis posterior, por muy avanzadas que sean las técnicas, serán erróneas”, subraya Carmen García, coordinadora de INQUIFOR.
El tamaño molecular de los compuestos volátiles de los explosivos es mayor que el tamaño del poro de las bolsas de polietileno, por eso se habían considerado hasta ahora la mejor opción para evitar la pérdida de volátiles frente a recipientes de metal o vidrio.
Ahora los miembros de INQUIFOR, integrado por personal docente e investigador de la Universidad de Alcalá, policías científicos y guardias civiles del Servicio de Criminalística, trabajan para encontrar soluciones a este problema de las bolsas oficiales y buscar el recipiente más adecuado para trasladar, guardar y almacenar este tipo de pruebas.