Utilizar el georadar para detectar fugas de agua en las redes urbanas de abastecimiento o saneamiento. Esta es la propuesta sobre la que ha trabajado en los últimos tres años un grupo de expertos del Centro Multidisciplinar de Modelación de Fluidos (CMMF) de la Universidad Politécnica de Valencia, en el marco de SIBA, un proyecto financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia, la Generalitat Valenciana y con fondos FEDER. Se han realizado más de 200 ensayos de laboratorio y diferentes medidas en puntos de varias poblaciones valencianas, con resultados satisfactorios.
Actualmente, la mayoría de métodos utilizados para la detección de fugas y localización de acometidas ilegales se basan en pruebas acústicas para analizar el ruido que viaja a lo largo de las tuberías provocado por las fugas, hasta que es detectado por diversos sensores situados en puntos estratégicos de la red. “El problema principal se da en tuberías de plástico, que son las más utilizadas hoy en día; en este caso los métodos tradicionales no son adecuados, ya que se pierde mucha intensidad sonora y es más complicado detectar esas fugas”, explica Rafael Pérez, director del CMMF y coordinador del proyecto. Con el georadar se podría eliminar este inconveniente, haciendo más fácil así la localización y detección de las fugas y, por tanto, contribuyendo de una manera eficaz a paliar la pérdida de agua derivada del mal estado de la red de distribución.
La principal novedad de los trabajos desarrollados por los investigadores de la Politécnica es la estandarización de los procedimientos de utilización del georadar en prospecciones urbanas para la localización puntual de las fugas y la localización de las tuberías mismas en el caso de que se desconozca su posición relativa.
Asimismo, están desarrollando un algoritmo basado en inteligencia artificial (redes neuronales) cuyo objetivo es proporcionar una herramienta útil para facilitar la detección de fugas y la localización de tuberías obsoletas.
Según la última Encuesta sobre suministro y tratamiento del agua del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondiente al año 2005, las pérdidas de agua en nuestro país, provocadas por fugas, roturas, averías, errores de medida, o fraudes, alcanzaron casi el 18% del agua total distribuida por las redes públicas de abastecimiento urbano.
Así, la aplicación del georadar podría ayudar a disminuir estas pérdidas de agua, así como a reducir los costes que generan los métodos tradicionales utilizados hoy para la detección de fugas.
Cómo funciona el georadar
El georadar se basa en la emisión, propagación y recepción de ondas electromagnéticas de alta frecuencia, que sirven para realizar la “inspección” del subsuelo. En el caso de detección de fugas, la antena del georadar se puede desplazar para obtener imágenes del subsuelo (radargramas) en la vertical de su desplazamiento y también combinar estas imágenes para recrear una visualización 3D del subsuelo. El análisis de los radargramas y otras técnicas complementarias permitirían comprobar la existencia de posibles anomalías en el subsuelo y saber si se trata o no de una fuga.
Junto al coordinador del proyecto, Rafael Pérez, el equipo de trabajo lo completan además los investigadores del CMMF Mario Tavera, Joaquín Izquierdo y Manuel Herrera.