Un equipo de investigadores de las universidades de Sevilla, Granada, Cádiz y Málaga coordinado por la profesora Pilar Ostos, bucea en las fuentes notariales para reconstruir la hitoria social y económica de Andalucía a partir de unos documentos que, asegura Ostos, "ayudan a conocer la vida cotidiana de un lugar concreto con muchos detalles que otras fuentes no ofrecen".
A mediados del siglo XV en Sevilla una mujer alquilaba una casa en la plaza de San Francisco con una condición: la dueña ya se reservaba entonces una ventana para ver la procesión del Corpus Cristi. "Este es uno de los detalles pequeños y cotidianos que revelan los documentos notariales", explica Pilar Ostos, coordinadora del proyecto de excelencia Notariado y documentación notarial en Andalucía, incentivado por la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia.
Bucear en la vida social y económica del pasado de Andalucía, o conocer la vida diaria de la comunidad a través de la evolución de la institución notarial y sus actas son algunos de los objetivos que el grupo de investigación que coordina la profesora Ostos y que agrupa a investigadores de las universidades de Sevilla, Granada, Cádiz y Málaga para la consecución de esta propuesta.
"El notario es un mediador –explica Ostos- La fuente notarial es una fuente fundamental para el historiador: ofrece historia de la economía, social, de las mentalidades, literatura... Los protocolos notariales te hacen conocer la vida cotidiana de un lugar concreto. Por ellos pasan todo tipo de personajes, independientemente del rango social. Es importante porque recogen acciones de personas que no conoceríamos si no fuera por estas fuentes notariales, como el campesino que es contratado para recoger el grano o la aceituna, o el zapatero que realiza una gestión".
Documentos de dificil acceso y catalogación
Cuestiones de honor familiar, transacciones de compra-venta, alquiler o contratos son algunos de los aspectos que tocan este tipo de documentos. El problema para su estudio, el difícil acceso en ocasiones, y su catalogación. "Intentamos buscar una cronología común que nos permita establecer comparaciones entre provincias. Pero es complicado, entre otras cosas porque, por ejemplo, en Sevilla tenemos documentos desde mediados del siglo XIII (el primer documento notarial data del 1253), mientras que en Granada tenemos que esperar a 1492", explica la profesora Ostos.
Además de rescatar la historia que contienen esos documentos, este grupo de expertos se está encargando también de describir y estudiar la institución en sí. "Los notarios en el siglo XV necesitaban tener capacidades poco habituales en el común del pueblo, como saber leer y escribir, y otras características específicas: una determinada edad (normalmente los 25 años, aunque en Sevilla con 18 podías ser notario siendo hijo de notario), tener la condición de seglar, ser ciudadano libre o heredar el oficio del padre", añade.
En el caso concreto de Andalucía, están buscando aspectos concretos de las notarías en Andalucía. Es un ejemplo la realidad notarial de las Alpujarras granadinas en el siglo XVI, donde los notarios "en localidades de tan difícil acceso, a veces eran personajes de dudosa cualificación moral y profesional", como acaba de demostrar el grupo granadino del proyecto.
El objetivo último de este amplio grupo de investigación es rastrear todos los archivos históricos posibles (desde Simancas hasta los archivos históricos provinciales y los municipales) para desgranar y dar a conocer la realidad notarial de Andalucía.