Investigan la defensa natural de los cultivos con el objetivo de controlar las malas hierbas

El profesor del Instituto de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Biodiversidad de la Universidad de León Fernando González Andrés trabaja tanto en la Finca Matallana de la Diputación de Valladolid como en León en relación con la alelopatía, un fenómeno de autodefensa de los cultivos que puede emplearse en el control de las malas hierbas.

Investigan la defensa natural de los cultivos con el objetivo de controlar las malas hierbas
Fernando González Andrés, en su despacho de la Universidad de León. Foto: DiCYT.

Como ha detallado en declaraciones a DiCYT, la alelopatía hace referencia a que algunas plantas emiten “o bien por las raíces o bien por la parte aérea determinadas sustancias aleloquímicas que dificultan la germinación y el desarrollo de otras plantas, fundamentalmente para evitar problemas de competencia”. Con el mismo fin de evitar problemas de competencia, las plantas más eficaces en la utilización de la luz, los nutrientes y el agua son capaces de desplazar a las que son menos eficientes.

Ambos mecanismos se pueden utilizar para conseguir controlar las malas hierbas en la producción agraria, un aspecto en el que los investigadores han profundizado a través de dos experimentos ya realizados en años anteriores. En el primero, ejecutado por INEA (Valladolid) en la Finca Matallana, se probó la utilización de cubiertas alelopáticas de dos especies diferentes de sorgo para controlar las malas hierbas en cultivos de cereal de invierno. Sin la utilización de ningún otro tipo de tratamiento, precisa el experto, se logró “una importante mejora del rendimiento, aproximadamente del doble con una de las variedades de sorgo, además de una cobertura de malas hierbas cinco veces menor, frente al testigo que no recibió ningún control contra malas hierbas”.

Respecto al experimento realizado en León, esta vez centrado en tres cultivos hortícolas (alubia, tomate y pimiento), se ensayó con una cubierta alelopática de centeno. “Al ser cultivos de verano, la cubierta vegetal tiene que crecer en invierno y cuando se planta el cultivo hortícola, ya en mayo, la enterramos. El problema es que siempre quedan en superificie restos de la cubierta alelopática lo que reduce la temperatura del suelo al impedir que se caliente de forma adecuada, por lo que los resultados de la producción hortícola no fueron buenos”, detalla.

Por otro lado, en la actualidad trabajan en la formulación de otro proyecto coordinado por la catedrática de la Universidad de Valladolid María José Cocero, centrado en la extracción de aceites esenciales de plantas aromáticas, con el fin de formularlos y poder utilizarlos como fungicidas, herbicidas, acaricidas e insecticidas naturales. Este proyecto conlleva otro valor añadido, y es que “la utilización de productos naturales trae consigo un proceso industrial y desde este punto de vista es interesante de cara a la generación de empleo en la zona. Sustituiríamos un producto industrial químico por un producto industrial natural”, concluye el experto.

Fuente: DICYT
Derechos: Creative Commons
Artículos relacionados