Los recursos económicos y el nivel cultural de la familia siguen influyendo en la probabilidad de cursar estudios universitarios en España, lo que significa que aún es posible avanzar en la igualdad de oportunidades en este ámbito. Ésta es la principal conclusión que se desprende de un estudio realizado por una investigadora del Universidad Complutense de Madrid (UCM)
El trabajo aborda el análisis de las características socioeconómicas de la generación española que finalizó sus estudios a largo de la década de los 90. Es en esta época cuando un amplio sector de la población tiene acceso por primera vez en nuestro país y de forma masiva a estudios superiores. Sin embargo, factores económicos y culturales siguen teniendo su peso en la decisión de continuar con los estudios universitarios. Por ello, afirma Marta Rahona López, investigadora complutense que ha llevado a cabo este trabajo, “la igualdad de oportunidades en el acceso a estudios universitarios aún no se ha conseguido plenamente, y todavía quedan muchas cosas por hacer”.
El trabajo demuestra que tanto el nivel educativo de los padres como su profesión influyen en la probabilidad de cursar estudios superiores. Así, será más probable que estos estudios lleguen a cursarse si el padre es también universitario, o si ocupa un puesto directivo, como mando intermedio o profesional cualificado. Por tanto, afirma esta investigadora especializada en economía aplicada, “la importancia del entorno socioeconómico del individuo en sus decisiones educativas resulta ser un hecho incuestionable” a pesar de las mejoras que supuso el impulso de la educación superior a lo largo de las últimas décadas.
La política gubernamental emprendida en esos años de aumento del número de becas y de creación de universidades en casi cada una de las provincias españolas ha conseguido elevar el número de licenciados de un 14 por ciento en la población de entre 55 y 64 años a un 40 por ciento para los jóvenes de entre 25 y 34 años, según datos del Ministerio de Educación referidos al 2005. Este fenómeno ha permitido que España supere su tradicional déficit de capital humano con formación superior.
Esta súbita extensión de la educación superior ha supuesto que el número de licenciados y diplomados aumente también de manera rápida y, por tanto, ha aumentado la competencia entre ellos en el mercado de trabajo. Sin embargo, explica la investigadora, “se ha demostrado que los jóvenes con estudios universitarios tienen una mayor probabilidad de encontrar un empleo significativo que aquéllos que no los tienen”. Y apunta: “Los universitarios muestran una mayor capacidad de adaptación a las necesidades del mercado de trabajo, sus posibilidades de permanecer en desempleo son más reducidas y el abanico de ocupaciones al que tienen acceso es mucho más amplio que aquéllos que cuentan con un nivel educativo inferior”.
Becas y programas de motivación desde la infancia
Las causas de la falta de igualdad de oportunidades existentes a día de hoy vienen dadas, por tanto, debido a factores económicos y culturales. Para minimizar los primeros, Rahona propone aumentar el número y la cuantía de las becas existentes, así como el impulso de programas de préstamos renta similares a los aplicados en otros países desarrollados. A este respecto, recuerda que España dedica solamente un ocho por ciento de su gasto en educación superior a estas ayudas, mientras que la media de los países pertenecientes a la OCDE supera el 17 por ciento.
En cuanto a las barreras culturales que impiden que los jóvenes se planteen siquiera la posibilidad de acceder a la universidad, se considera en este trabajo que el origen de esta desigualdad se forja ya en el ámbito de la educación primaria y secundaria, por lo que la solución podría estar en la puesta en marcha de políticas que motivaran a los alumnos ya desde los primeros años de escolarización a continuar el proceso de aprendizaje, además de reforzar los vínculos entre las universidades, los colegios y los institutos.
La investigadora ha verificado además que es más probable que una mujer finalice estudios universitarios que un hombre. Como afirma Rahona, “las mujeres todavía se enfrentan a mayores dificultades dentro del mercado de trabajo, ya que tienen una mayor probabilidad de desempleo y los salarios que reciben son un 25,6 ciento menores que los de los hombres, según los últimos datos con los que contamos. Sin embargo, también es cierto que las mejoras de salario que las mujeres consiguen incrementando su nivel educativo son más elevadas que las que logran sus compañeros. Por tanto, la inversión en educación universitaria resulta más rentable para ellas.”
La investigación se ha realizado a partir de los datos del Módulo de Transición de la Educación al Mercado Laboral del Instituto Nacional de Estadística (INE) utilizando una muestra de más de 10.000 individuos de los cuales más de un 20 por ciento llegó a completar estudios universitarios.
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Referencia bibliográfica:
M. Rahona López, “Equality of opportunities in Spanish higher education”, Higher Education 58:285–306, septiembre 2009.
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