Cinco estudios descritos por Eduardo López-Huertas en la Estación Experimental del Zaidín (centro del CSIC en Granada) acaban de demostrar que la sustitución de la grasa saturada de la leche por ácidos grasos Omega 3 y oleico es más saludable.
Cinco estudios presentados por Eduardo López-Huertas en la Estación Experimental del Zaidín (centro del CSIC en Granada), demuestran que la sustitución de la grasa saturada de la leche por Omega 3 y oleico es más saludable.
"Se trata de estudios de intervención nutricional en sujetos sanos y pacientes cardiovasculares que sugieren efectos funcionales beneficiosos en estas poblaciones", explica el investigador.
Los resultados, publicados en las revistas Clinical Nutrition y The Journal of Nutrition, han demostrado que el consumo de este tipo de leche enriquecida con ácidos grasos, Omega 3 (EPA y DHA) y oleico, reduce el colesterol entre un 6 y un 16 % y los triglicéridos elevados manteniendo los niveles saludables. Estos estudios han sido.
Según López-Huertas, "son muchos los estudios que han demostrado los beneficios de la dieta mediterránea y el pescado, pero en los últimos años se está produciendo un alejamiento de este patrón dietético mediterráneo saludable en pro de la comida rápida".
La dieta y el estilo de vida urbano actual ejercen una enorme influencia en el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Entre los factores de riesgo, conocidos por todo el mundo, que pueden incrementar el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular se encuentra el colesterol total, el colesterol LDL o colesterol malo elevados, el colesterol HDL o colesterol bueno y los triglicéridos presentes en la sangre.
También ejercen una gran influencia la hipertensión, diabetes, el tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo, así como la ingesta elevada de grasas saturadas. El 58% de la población española con edades comprendidas entre 35-65 años tienen hipercolesterolemia, es decir, presentan niveles elevados de colesterol.
Medidas de lucha
Según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), la sustitución de la grasa saturada de la dieta por ácido oleico y ácidos grasos poliinsaturados ha demostrado reducir el riesgo cardiovascular mediante la reducción de lípidos sanguíneos, principalmente el colesterol. Además, se han descrito beneficios adicionales sobre el riesgo cardiovascular para los ácidos grasos omega 3 de cadena larga (EPA y DHA), que abundan en los aceites del pescado y productos marinos.
Dado que estas enfermedades cardiovasculares están asociadas a la dieta y puesto que el principal producto de consumo en la dieta del ser humano es la leche, han sido numerosos los estudios que se han dedicado a mejorar este producto alimenticio. Puesto que, si bien la ingesta de calcio se realiza mayoritariamente través de los lácteos, la composición de la grasa de la leche (rica en grasa saturada) no siempre se adecua a los requerimientos nutricionales de diferentes edades y estados fisiológicos.
En años recientes, la tecnología alimentaria se ha venido usando para producir lácteos con contenido reducido en grasa saturada, en favor de estos ácidos grasos. En concreto existen nuevos productos lácteos en los que se ha podido reducir el contenido de ácidos grasos saturados y sustituirlos por ácidos grasos Omega 3 (EPA y DHA) y oleico.
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