El estudio se ha publicado en 'Spanish Journal of Psychology'

Las niñas y los niños comprenden mejor las palabras que tienen “vecinos ortográficos”

Los niños leen más rápidamente y con menos errores las palabras que tienen vecinos ortográficos, es decir, las palabras a partir de las cuales se pueden construir otras simplemente cambiando una letra (como ‘menta’, que puede dar lugar a ocho palabras diferente entra las cuales están lenta, renta, manta, venta, o mente). Por el contrario, las palabras con pocos vecinos (como ‘rural’, que sólo puede dar lugar a una palabra, ‘mural’) presentan más dificultades.

Alumno de un taller escolar. Foto: Sécolectivoforzoso.
Alumno de un taller escolar. Foto: Sécolectivoforzoso.

El efecto descrito se había encontrado con adultos, pero había muy pocos estudios con niños, y los que había solo habían examinado el caso de niños de segundo y tercero de primaria hablantes de inglés como lengua nativa. En el estudio recientemente publicado se han examinado más de 160 niños desde primero hasta sexto de primaria, escolarizados en castellano. Los niños tenían que decidir lo más rápidamente si palabras aisladas que aparecían en el centro de una pantalla de ordenador durante unos segundos eran palabras reales o no. Se presentaban palabras reales (como ‘menta’ o ‘mural’), e inventadas (‘juda’ o ‘deta’), si bien para la presente investigación solo se analizaron los errores y la velocidad de lectura de las palabras que tenían muchos vecinos ortográficos y las que tenían muy pocos.

El estudio arroja luz sobre cómo leen palabras los niños. Cuando se comienza a leer, los niños aprenden reglas para transformar las letras o las sílabas en sonidos. Por ejemplo, los niños aprenden que ‘ma-no’, ‘ma-lo’, o ‘ma-sa’, todas comienzan por unas letras que tienen el sonido MA. Poco a poco, los niños van aprendiendo a dividir las palabras en sílabas y a asociar rápidamente sílabas (o letras) con sonidos de forma que cuando ven una palabra que nunca han leído antes son capaces de leerla (por ejemplo, ‘bro-mis-ta’). Conforme los niños van avanzando en la lectura, en lugar de emplear la ruta de lectura “indirecta” de dividir-asociar (p. ej., ‘pa-jar’) van empleando otra “directa” que les permite leer sin dividir “pajar”.

Se pensaba que en castellano los niños seguían empleando la ruta “indirecta” durante mucho tiempo ya que es una lengua con una correspondencia muy clara entre las letras y los sonidos (a diferencia del inglés donde las letras se pronuncian de forma diferente dependiendo del resto de letras que acompañan, como ‘hair’ y ‘half’). El estudio prueba que también en castellano los niños usan la ruta directa muy pronto, mucho antes de lo que se pensaba. Parece que la ruta “indirecta” es la entrada en la lectura, pero muy rápidamente, al final de primer curso de primaria, los niños se pasan a la rutas “directa”, el mecanismo habitual de lectura adulta. Naturalmente, la ruta indirecta sólo se puede utilizar con palabras ya leídas previamente cuya forma gráfica se ha almacenado en nuestra mente. Lo sorprendente es lo rápidamente que nuestra mente aprende a utilizar una ruta de lectura más rápida y eficaz.

El trabajo está resumido en el artículo científico 'Children like dense neighborhoods: Orthographic Neighborhood density effects in novel readers', firmado por el profesor Eduardo Vidal-Abarca, del Departamento de Psicología de la Universitat de València. El artículo ha sido publicado en la Spanish Journal of Psychology.

Fuente: Universitat de València
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