Entre los galardonados de esta edición se encuentran investigadores que han abierto nuevas vías en el tratamiento de enfermedades, aplicado la visión artificial a campos como la cirugía robótica o los coches autónomos, y contribuido a abordar la crisis ambiental con estudios de referencia sobre el cambio climático y la extinción actual de especies.
La ceremonia de la XVI edición de los Premios Fronteras del Conocimiento ha reconocido el trabajo de 17 líderes mundiales en investigación científica y creación artística. El acto, celebrado en Euskalduna Bilbao, ha sido presidido por el presidente de la Fundación BBVA, Carlos Torres Vila, y la presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Eloísa del Pino, entre otras autoridades.
Solo desde la diversidad de las disciplinas científicas podemos aspirar a conocer el universo extraordinario en el que habitamos
Estos galardones reconocen e incentivan, desde su creación en 2008, contribuciones de singular impacto en la ciencia, el arte y las humanidades. “A través de los Premios Fronteras del Conocimiento hemos podido cooperar, año a año, en hacer más visible el papel decisivo de la investigación y la creación como la mejor brújula de la que disponemos para entender el mundo”, ha expresado Torres Vila.
Por su parte, la presidenta del CSIC, ha manifestado que estos premios “han entendido siempre la complejidad de nuestro mundo como objeto de investigación”, y por ello, tal y como reflejan sus ocho categorías, “su mensaje es que solo desde la diversidad de las disciplinas científicas podemos aspirar a conocer el universo extraordinario en el que habitamos”.
Para Del Pino, los hallazgos reconocidos en esta XVI edición muestran que “cuando los científicos somos capaces de trascender la seguridad que nos proporciona la hiper-especialización de nuestro campo de conocimiento para adentrarnos en otras áreas o disciplinas, logramos no solo una ciencia de mayor alcance y más disruptiva, sino también una ciencia más empática”.
En la ceremonia también ha participado una nutrida representación de los jurados internacionales de las ocho categorías de los premios, procedentes de algunas de las principales universidades de Europa y Norteamérica. Entre los más de 1000 asistentes se encontraban destacados investigadores, artistas y académicos de la comunidad científica y de creación cultural española, así como directivos del mundo económico y los medios de comunicación.
Los galardonados en la categoría de Biología y Biomedicina son F. Ulrich Hartl del Instituto Max Planck de Bioquímica (Alemania), Arthur Horwich de la Universidad de Yale (EE UU), Kazutoshi Mori de la Universidad de Kioto (Japón) y Peter Walter de la Universidad de California (San Francisco, EE UU). Todos ellos han demostrado la repercusión que puede llegar a tener un descubrimiento inicialmente motivado por la pura curiosidad.
El premio ha reconocido la identificación de los mecanismos que controlan el funcionamiento de las proteínas, que es “uno de los problemas más fascinantes de la biología”, según ha destacado el profesor Hartl en el discurso que ha pronunciado durante la ceremonia. Su contribución ha resultado ser clave para identificar el origen de numerosas enfermedades, y por tanto para hallar nuevas dianas terapéuticas.
En la categoría de Tecnologías de la Información y la Comunicación recibió el premio el informático japonés, Takeo Kanade, por desarrollar los fundamentos matemáticos en los que se basan la visión artificial y la percepción de los robots, áreas que contribuyó a fundar en los años 1970 y que ahora forman parte de toda clase de tecnologías de uso común.
Siempre interesado en idear soluciones para problemas prácticos, Kanade ha resaltado que los grandes avances realizados hasta ahora en el campo de la visión artificial podrían verse ampliamente superados en un plazo no muy largo: “La visión por ordenador se utiliza hoy en día en todas partes, desde la vida cotidiana hasta la exploración espacial, pasando por las instalaciones fabriles y la medicina”, ha afirmado.
En Ciencia Básicas, el premio ha reconocido las aportaciones de Claire Voisin del Instituto de Matemáticas de Jussieu-Paris Rive Gauche (Francia) y Yakov Eliashberg de la Universidad de Stanford (EE UU) a las geometrías algebraica y simpléctica y, en particular, los puentes que han tendido entre las dos disciplinas. Trabajando de manera independiente, los investigadores galardonados han derribado barreras entre estas dos áreas de las matemáticas, aplicando herramientas procedentes de cada una para estudiar problemas en principio asignados a la otra.
Voisin ha puesto en valor la utilidad de las matemáticas desde el punto de vista cultural, más allá de sus aplicaciones prácticas, especialmente en un contexto como el de nuestra sociedad contemporánea. Ante la saturación de pantallas y mensajes instantáneos por múltiples canales, en ocasiones es complicado discernir lo verdadero de lo falso, y es ahí donde la matemática ha reivindicado el potencial de su disciplina.
“En estos tiempos difíciles, sería muy ingenuo afirmar que los matemáticos dedicados a la investigación en matemáticas puras trabajan por el bienestar de la humanidad. Sin embargo, sí creo que el saber matemático es fundamental para el conocimiento y la vida intelectual en general, porque se basa en el principio universal de que toda afirmación, para ser considerada verdadera, debe demostrarse”, ha concluido.
La magnitud del reto del cambio climático se ha puesto de manifiesto en la intervención de Dorthe Dahl-Jensen, la investigadora danesa de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) galardonada en esta categoría, junto con los franceses Jean Jouzel y Valérie Masson-Delmotte (Laboratorio de Ciencias del Clima y del Medio Ambiente, Universidad de París-Saclay) y los suizos Jakob Schwander y Thomas Stocker (Universidad de Berna, Suíza).
Gracias a las investigaciones de los cinco galardonados, hoy sabemos no solo que las concentraciones de dióxido de carbono son un 35 % más altas que en los últimos 800 000 años, sino también que en el pasado de nuestro planeta hubo inestabilidades en el sistema climático que podrían volver a producirse en el futuro debido a la acción humana.
“Como la permanencia del dióxido de carbono en la atmósfera es de más de un siglo, ya hemos programado al planeta para que se caliente a lo largo de muchos años. Este conocimiento sin duda nos apremia a reducir las emisiones en el futuro”, ha concluido Dahl-Jensen.
El profesor Rodolfo Dirzo, galardonado junto con el ecólogo Gerardo Ceballos en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación, ha puesto el foco sobre el otro gran desafío ambiental de nuestro tiempo: el impacto de la actividad humana sobre el planeta. Estos dos investigadores mexicanos han sido reconocidos por sus contribuciones al estudio de la defaunación, un término acuñado por Dirzo para describir las alteraciones causantes de la desaparición de animales en la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas.
Sus trabajos han revelado los destructivos efectos en cadena que puede generar la eliminación de una especie, al perturbar la red de interacciones que mantiene con otros organismos, así como sus impactos sobre la población humana, debido a la pérdida de los bienes y servicios que proporcionan.
En su discurso, Dirzo ha recordado que, a lo largo de la historia de la vida en nuestro planeta, se han producido “cinco grandes pulsos de extinción masiva”. La última de estas catástrofes biológicas tuvo lugar hace 66 millones de años, cuando la colisión de un meteorito con lo que hoy es la península mexicana de Yucatán, en México, provocó “el ocaso del reino de los dinosaurios” y “el florecimiento evolutivo de los mamíferos”, incluyendo al linaje de primates del que forma parte el Homo sapiens.
La lucha contra amenazas globales y transversales como el cambio climático o la pérdida de biodiversidad debe estar construida por múltiples respuestas en la misma escala: planetaria y multidisciplinar. Esta convicción ha guiado el trabajo de la galardonada en la categoría de Ciencias Sociales, Elke Weber, catedrática de la Universidad de Princeton (Nueva Jersey, EE UU), que ha obtenido el premio por su papel decisivo en la aparición de una nueva disciplina científica: el estudio de la toma de decisiones medioambientales.
“La repercusión internacional de este premio ayudará a corregir la percepción errónea de que la ausencia de una acción climática adecuada se debe únicamente al déficit de información”, ha expresado la premiada. Identificar cuáles son las carencias cognitivas, ideológicas y de motivaciones que construyen la inacción hacia estas amenazas globales es un paso necesario para atajar el problema.
Sin embargo, la catedrática de Princeton cree que hay margen para la esperanza: “Las necesidades y objetivos psicológicos que tienen las personas (sentirse seguras y confiar en sus decisiones) aportan incentivos que motivan a la acción mucho más que las motivaciones normativas”.
Partha Dasgupta, economista británico de la Universidad de Cambridge, ha recibido el premio dentro de la sección de Economía, Finanzas y Gestión de Empresas por sus aportaciones en este campo. “Llevo cuatro décadas intentando introducir la naturaleza en el pensamiento económico”, ha declarado el premiado.
Este economista, con formación de físico y matemático, promulga que Economía y Ecología no solo comparten una misma raíz etimológica (oikos, ‘hogar’ en griego antiguo), sino también un mismo origen: “la humanidad forma parte de la naturaleza y la economía humana está inserta en ella”, ha destacado durante su intervención en la ceremonia, sin embargo, “la biodiversidad está hoy ausente de los indicadores económicos oficiales”.
Por eso, Dasgupta ha propuesto a lo largo de su carrera investigadora de casi medio siglo una nueva fórmula para medir la riqueza, un indicador que trascienda a los tradicionales como el PIB, que permita conocer cuál es el estado real de la acumulación de bienes y servicios. Solo de este modo se podrá tener un cálculo más preciso de la riqueza global.
En su discurso, Dasgupta ha advertido de que “el éxito mundial ha venido acompañado de un empobrecimiento cada vez mayor de la biosfera y de unas tasas de extinción de especies entre 100 y 1 000 veces superior a los promedios de extinción de los últimos millones de años”. También ha destacado la publicación del conocido como Informe Dasgupta hace solo tres años: el encargo del Tesoro británico de hacer una revisión del estado en que se encuentran los recursos naturales mundiales.
El maestro británico, Sir George Benjamin, ha recibido el premio en la categoría de Música y Ópera. “No hay nada más emocionante en el mundo que la música. La música define, sin duda, la belleza, y la luz y la verdad residen en la armonía como en ningún otro lugar que exista. Y ahora comprendo que ni varias vidas serían suficientes para dedicarse a este prodigioso medio y explorarlo”, ha expresado en su discurso.
George Benjamin ha recibido el galardón por modernizar el lenguaje operístico y por su extraordinario impacto en la creación musical contemporánea, tal y como reconoce el jurado.
El premiado ha rememorado su infancia, cuando con 11 años visitó España por primera vez. “A pesar de la corta edad, ha incidido el maestro, ya estaba decidido a dedicar su vida a la música y deseaba ardientemente ser una única cosa: compositor. Y me pregunto, ¿por qué? Hoy difícilmente podría responder esta pregunta: me he entregado a mi vocación durante toda mi vida adulta y no puedo ni imaginarme haciendo otra cosa”, ha expresado el maestro.