Más de 300 millones de personas en todo el mundo padecen asma. De ellas, el 52% no son diagnosticadas y el 47% no tienen un buen control de su enfermedad. Aunque la tasa de mortalidad por asma en España se ha reducido desde 1960 a 2,22 por cada 100.000 en el año 2005, la prevalencia de esta enfermedad ha aumentado en dicho periodo. Sólo en Madrid, hay 400.000 personas asmáticas.
La Guía Española para el Manejo del Asma (GEMA) 2009 muestra que hasta un 52% de las personas con asma no ha sido diagnosticada, y que un 26% de ellas, a pesar de padecer síntomas frecuentes, no sigue ningún tipo de tratamiento. Los expertos sugieren que esto puede ser debido a que sus síntomas son confundidos con los de otras patologías, pero sobre todo, a la falta de concienciación de la población afectada.
Estos son algunos de los datos que la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) ha recordado hoy en rueda de prensa con motivo de la celebración, mañana 4 de mayo, del Día Mundial del Asma, impulsado internacionalmente por la Iniciativa Global del Asma (GINA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Uno de los objetivos pendientes para que el paciente asmático pueda llevar una vida normal es controlar todas las manifestaciones de esta enfermedad, no sólo los síntomas. Para ello, “el control del asma debe ser evaluado de forma periódica para garantizar el mejor tratamiento”, explica Carlos Melero, coordinador del Grupo de Asma de la Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica (NEUMOMADRID).
“Cuando no se consigue estabilidad en el control del asma, aumenta el riesgo de que los pacientes sufran síntomas, crisis repentinas, hospitalizaciones (cada día acuden 12.000 enfermos al hospital en Europa) o, incluso, que puedan fallecer”, continúa Melero.
Por ello, es importante estar atento si se experimentan de manera regular síntomas de asma (ahogo, pitos, opresión torácica, tos, secreción bronquial); si el paciente tiene despertares nocturnos por esta causa, si tiene crisis que requieran hospitalización, si tiene que recurrir con frecuencia a la medicación de rescate, o si es incapaz de mantener niveles de actividad normales y se ve obligado a faltar al trabajo.
Las cifras de la enfermedad
Más de 300 millones de personas en el mundo padecen asma, aunque las cifras varían de unos países a otros. De ellas, el 52% no son diagnosticadas. Es más, cerca del 90% de las personas asmáticas aceptan los síntomas como parte normal de su vida cuando con el tratamiento y seguimiento correctos es posible el control del asma en la mayoría de los pacientes. En Madrid existen más de 400.000 personas afectadas.
Además, el 47% de los pacientes sufre innecesariamente ya que no tiene un buen control de su enfermedad, lo que influye sensiblemente en su calidad de vida. Esta cifra, recogida en la Encuesta Nacional de Salud y Bienestar (NHWS, por sus siglas en inglés) en 2008, no se entiende ya que hoy en día se dispone de una medicación efectiva con la que hasta un 95% de las personas asmáticas podría tener una vida normal.
Respecto a la mortalidad por esta patología, las tasas se han reducido en todos los grupos de edad. Un estudio, publicado recientemente en la revista Archivos de Bronconeumología, analiza el período entre 1960 y 2005 y revela que las muertes pasaron de 9,6 por cada 100.000 habitantes a 2,22 en 2005. No obstante, este descenso de mortalidad no se correlaciona con un descenso de la prevalencia del asma, ya que el número de personas con asma ha aumentado en este periodo.
Asma y contaminación
El Estudio Internacional de Asma y Alergias en la Niñez (ISAAC en sus siglas en inglés), en su fase III española en 2005, encontró que la concentración media anual de dióxido de azufre (SO2) se asociaba de forma significativa a un incremento del número de habitantes que padecían asma grave y reciente, rinitis y rinoconjuntivitis.
De hecho, la evidencia científica muestra que los casos de asma han aumentado en los últimos años en los países más industrializados, especialmente, en los de habla inglesa. Sin embargo, “no está confirmado que la contaminación atmosférica aumente el asma en los niños. Lo que sí existe es un mayor componente de irritabilidad de la vía aérea”, subraya Melero.
“Es evidente que cuando hay picos de contaminación, se produce rápidamente un incremento de las visitas a urgencias de las personas con asma. Los pacientes asmáticos ya tienen un componente inflamatorio que aumenta cuando respiran aire contaminado”, concluye.
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Referencia bibliográfica:
“Cambios de la prevalencia del asma en la población española” del “Estudio Europeo de Salud Respiratoria (ECRHS-II)”. Archivos de Bronconeumología 2007;43:425-30.
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