Investigadores de la Universidad de Barcelona están analizando el uso de métodos electromagnéticos para monitorizar la inyección de CO2 en la futura planta de demostración de almacenamiento que se construirá en Hontomín (Burgos). La investigación está financiada por la Fundación Ciudad de la Energía (Ciuden), con sede en Ponferrada (León).
Estas técnicas son "sensibles a la resistividad del subsuelo", indica la responsable del trabajo Xènia Ogaya, del Departamento de Geodinámica y Geofísica de la Universidad de Barcelona. La investigación caracterizará las emanaciones naturales de dióxido de carbono en la localidad burgalesa de Hontomín y realizará un seguimiento a la inyección experimental de este gas de efecto invernadero en el subsuelo.
Según explica Ogaya a DiCYT, cuando se produce un aumento de CO2 bajo tierra, "se produce un aumento de la resistibidad" del terreno. La resistibidad, según la define la investigadora, es "la oposición al paso de la corriente eléctrica" que tiene un elemento. Si aumenta el dióxido de carbono en una determinada zona, como por ejemplo, el lugar donde se va a inyectar para evitar su emisión a la atmósfera, el gas desplaza a otros componentes que se encontraban en el subsuelo, como puede ser una reserva acuífera. El agua es mejor transmisor de electricidad que el CO2, por lo que analizando la capacidad del terreno para transmitir la corriente, se puede deducir una mayor presencia de dióxido de carbono en un momento dado.
La investigación tiene un cariz básico, pero mejorar estas técnicas pueden servir no solo para monitorizar la inyección del gas de efecto invernadero en el subsuelo. También se puede aplicar para el estudio de otros contenidos del subsuelo, como puede ser la detección de acuíferos.
Hasta el momento, los científicos han caracterizado la zona donde se construirá la planta experimental de almacenamiento de CO2. Los trabajos se han realizado con un método magnetotelúrico, esto es, un subtipo de los métodos electromagnéticos. Este método consiste en "analizar las fuentes naturales de campos electromagnéticos producidos por la radiación solar".
El terreno actúa como un conductor que genera un campo eléctrico y los investigadores registran estos parámetros para, en un futuro, compararlos con los que se tomen cuando la inyección del gas se realice de forma experimental. Esta tecnología es empleada, según indica Xènia Ogaya, de forma industrial por las empresas petroleras para caracterizar una explotación petrolífera, por lo que existe una experiencia previa importante en el uso de este tipo de técnicas.
Toma de muestras
La campaña realizada por los investigadores, que comenzó en 2009, ha supuesto la toma de más de 100 medidas en diferentes épocas del año en el entorno de Hontomín (localidad cercana a Burgos) en superficie. Con estos datos, los investigadores de la Facultad de Geología de Barcelona han realizado un perfil con un modelo en dos dimensiones de la resistibidad de la zona. Ahora pretenden crear un modelo tridimensional más preciso, que prevén concluir antes del fin de 2011.
Además, realizarán nuevas tomas con el método magnetotelúrico en pozos realizados en la zona. Los pozos son sondeos realizados por otros grupos del proyecto de la Ciuden para conocer el subsuelo con más profundidad. El trabajo en los pozos se realizará en las tres nuevas catas que se realizarán próximamente para realizar inyecciones previas de CO2.
Según explica Ogaya, el método utilizado es un sistema de trabajo "no invasivo" con el terreno que proporciona "mucha información y costes más reducidos que los métodos sísmicos", también empleados para el análisis del subsuelo. Sin embargo, la resolución de los datos obtenidos es "inferior". El método sísmico consiste, de forma muy resumida, en un golpeo sistemático sobre el terreno para conocer el interior a partir de los datos de las ondas sonoras provocadas. En una de las fases previas del trabajo geológico en Hontomín se realizaron estas pruebas sísmicas.
La fase de caracterización del trabajo de investigación concluirá a finales de 2011. La segunda parte se centrará en la monitorización de los trabajos de inyección y prevé concluir a finales de 2013. Ambas forman parte de la tesis doctoral que prepara Xènia Ogaya. En este segundo apartado, los científicos barajan la idea de utilizar electrodos en los pozos para el análisis más preciso unos metros más arriba de la roca sello, que taponará la salida o la filtración del gas desde su lugar de almacenamiento.
También se prevé realizar análisis de tomografía eléctrica en fuentes controladas y en fuentes no controladas. Finalmente, se contempla la instalación de equipos fijos de medida permanente para el seguimiento de la resistibilidad del terreno cuando la planta de demostración esté en funcionamiento.