Científicos del CSIC han obtenido y patentado unos nuevos compuestos fluorescentes análogos de miltefosina que permiten el diagnóstico rápido, sencillo y, potencialmente in situ de infecciones oculares por hongos y amebas. Este desarrollo podría dar lugar a un método de diagnóstico simple, que no requeriría grandes infraestructuras (tan solo un microscopio sencillo de fluorescencia). Los compuestos desarrollados también permiten detectar el parásito Leishmania y su posible resistencia al fármaco miltefosina, lo que permitiría conocer la incidencia de esa resistencia, así como controlar y evitar la dispersión de cepas resistentes.
La miltefosina es un medicamento con una potente actividad antiparasitaria, que se usa mucho en el tratamiento de la leishmaniosis humana y canina. Este compuesto también es eficaz frente a otros protozoos, amebas, hongos, levaduras y bacterias. La peculiaridad de la miltefosina es que tiene la capacidad de ser incorporada de forma selectiva a microorganismos eucariotas, como algunos hongos y protozoos, una característica que comparte con otras moléculas del mismo tipo (alquilfosfolipidos) como edelfosina o la ilmofosina.
Un grupo de investigadores del CSIC, liderados por Ulises Acuña, del Instituto de Química Física Rocasolano, Luis Rivas, del Centro de Investigaciones Biológicas de Madrid y Susana Marcos, del Instituto de Óptica, en colaboración con las Universidades San Pablo CEU y la Universidad de Valladolid han partido de la miltefosina para obtener unos nuevos compuestos análogos que tienen la propiedad añadida de la fluorescencia. Esta miltefosina es fluorescente porque se le ha incorporado, explican los investigadores, "un grupo fluorescente borodipirrometeno (BDP), de alta fotoestabilidad, que emite en la zona de longitudes de onda del espectro visible y no perturba sus propiedades terapeúticas".
Los nuevos compuestos, que se denominan BDP-MT y Et-BDP-MT, se incorporan rápidamente a microorganismos como hongos, y protozoos parásitos, como amebas, y Leishmania, y permiten su visualización gracias a la fluorescencia. Estos microorganismos tienen afinidad por la miltefosina fluorescente y la acumulan hasta el punto que alcanzan en su interior una concentración decenas de veces superior a la del medio externo. Esto favorece su detección visual gracias a su mayor intensidad de la fluorescencia. Para la visualización sólo se necesita un microscopio de fluorescencia, un instrumento relativamente sencillo y fácil de hallar incluso en hospitales y dispensarios que disponen de pocos medios en países en desarrollo.
Colirios para el diagnóstico
Los investigadores plantean una posible aplicación de las nuevas moléculas fluorescentes en el diagnóstico de infecciones oculares, aplicando directamente estos compuestos sobre el ojo en forma de colirio para la observación directa. Eso permitiría diagnosticar enfermedades de la visión como queratitis oculares provocadas por infecciones fúngicas o amebianas. También se pueden utilizar los compuestos para analizar muestras procedentes de tejidos o fluidos biológicos, por ejemplo raspados de la córnea. O para controlar la ausencia de hongos o amebas en los líquidos de preservación de trasplantes de córnea o de lentes de contacto.
El uso de estos compuestos fluorescentes permitiría un diagnóstico más rápido, sencillo y económico de infecciones oculares por amebas y protozoos que los disponibles actualmente. Además, haría posible diagnosticar de manera precoz la presencia en el ojo de infecciones por microorganismos, que tienen una incidencia elevada en usuarios de lentes de contacto con hábitos de higiene defectuosos.
Prever resistencias en el tratamiento de la leishmaniosis
Otro uso potencial que apuntan los investigadores está en la detección de cepas de Leishmania resistentes a miltefosina, lo que permitiría mejorar los tratamientos. En este caso, los compuestos fluorescentes se aplicarían a una muestra de la médula del paciente infectado o de parásitos aislados de la misma muestra, permitiendo detectar la presencia del parásito y su posible resistencia: si el compuesto se incorpora al parásito, indicaría que es una cepa tratable con miltefosina; si no, indicaría que el parásito es resistente al medicamento y que el tratamiento con miltefosina no sería efectivo.
"Hay cada año medio millón de casos nuevos de Leishmaniosis visceral en humanos a nivel mundial", aclara Luis Rivas, del Centro de Investigaciones Biológicas, y la miltefosina es uno de los tratamientos que más se está extendiendo. Es un medicamento relativamente reciente que ha venido a sustituir a otros fármacos tradicionales, como los antimoniales y la anfotericina B convencional, que tienen efectos adversos, muy graves en algunos casos. Y como ocurre con otros fármacos, conforme se vaya extendiendo su uso, la probabilidad de aparición de resistencias al fármaco también crece.
Aunque no se han identificado cepas silvestres resistentes, Rivas explica que en laboratorio sí se han aislado algunas, lo que apunta a que antes o después aparecerán esas resistencias. Hay que tener en cuenta que el parásito ya ha desarrollado resistencias a otros fármacos, y que es muy probable que entre los centenares de cepas de las especies que causan leishmaniasis visceral, L. infantum y L. donovani, alguna de ellas evolucione para dar la forma resistente. En este caso, los nuevos compuestos fluorescentes podrían, por un lado, minimizar la dispersión de resistencias y, por otro, mejorar las estrategias de tratamiento.
Solo para medios:
Si eres periodista y quieres el contacto con los investigadores, regístrate en SINC como periodista.