Una investigación de la Universidad de Burgos ofrece una solución a un problema arqueológico habitual: encontrar materiales que pertenecen a grupos humanos diferentes y de distintas épocas en un sedimento homogéneo. Un nuevo método informático aplicado al yacimiento del nivel TD 10 de Gran Dolina, en la Sierra de Atapuerca, ha permitido explicar la fragmentación de los conjuntos líticos y óseos de este lugar.
El trabajo se basa en un programa informático que digitaliza los datos de la excavación y los analiza posteriormente, tal y como recoge una tesis de Rosa Ana Obregón Labrador, investigadora del departamento de Ciencias Históricas y Geografía, que ha sido dirigida por los profesores Eudald Carbonell y Antoni Canals.
“Con este método separamos los materiales que pertenecen a grupos humanos diferentes e interpretamos qué tipo de ocupación tenemos delante”, afirma la científica.
En el lugar seleccionado para la investigación se han documentado al menos ocho ocupaciones distintas en apenas 100 m2 desde una presencia fugaz que dejó restos en apenas seis metros cuadrados hasta un grupo del que se han documentado 50.000 restos.
Convertir los restos en coordenadas
El método arqueoestratigráfico empleado permite estudiar por primera vez los materiales en el laboratorio, en un momento posterior de la excavación, y determinar las coordenadas tridimensionales de cada objeto en el espacio.
Para ello, los registros arqueológicos se convierten en puntos, se prepara una red de proyecciones verticales paralelas y perpendiculares, se establecen líneas que delimitan los conjuntos arqueológicos y los vacíos que median entre ellos y, finalmente, se cruzan los datos y se separan los materiales de cada nivel identificado.
“Convertimos en puntos todo el registro arqueológico y elaboramos distintos perfiles, cada punto es de un color distinto dependiendo del material encontrado”, explica Obregón. Esto permite visualizar toda la información y realizar interpretaciones acerca de los hechos registrados en el yacimiento, ya que se dispone de una buena base de datos.
Además, “somos capaces de identificar procesos postdeposicionales que afectan al registro”, asegura la experta. Es decir, que las secuencias habituales de ocupación y abandono de un determinado lugar se ven alteradas por otros sucesos, como la erosión del terreno. Esto ayudaría a explicar, por ejemplo, la fragmentación de conjuntos líticos y óseos.
Ahora, la idea es aplicar este método al resto de Atapuerca, pero la investigadora no descarta otras aplicaciones, porque los arqueólogos se encuentran con el mismo problema en la mayoría de los yacimientos.