La melatonina, una hormona humana, es capaz de frenar la proliferación de las células malignas y acelerar su muerte, todo ello sin dañar las sanas en el desarrollo de un tipo de cáncer de hígado. El hepatocarcinoma es el quinto tipo de cáncer más frecuente y el segundo con una mayor tasa de mortalidad a los cinco años.
Un equipo de investigadores del Instituto de Biomedicina de la Universidad de León (Ibiomed) ha descubierto que una hormona humana, la melatonina, es capaz de frenar el progreso del hepatocarinoma, un tipo de cáncer de hígado de gran prevalencia, con una alta tasa de mortalidad.
Realizado in vitro, con células tumorales de forma directa, el estudio revela que la melatonina es capaz de detener la proliferación de las células malignas a través de unas proteínas denominadas ERK (pertenecientes a la familia de las quinasas), que incrementan la muerte celular programada, y que también detienen el ciclo celular –el proceso mediante el que las células se dividen–.
“Este ciclo está regulado por unas proteínas llamadas ciclinas. En una célula cancerígena hay un incremento de la expresión de esas proteínas, y la melatonina es capaz de reducirla”, ha subrayado José Luis Mauriz, director del proyecto e investigador Instituto de Biomedicina de la Universidad de León.
“Hemos comprobado también el papel fundamental de la proteína MT1 para garantizar el éxito de la melatonina”, añade Mauriz. La MT1, que se encuentra en la membrana de las células, actúa como receptora de la melatonina. Aplicando una sustancia antagonista (luzindol) que la inactive, se reduce el efecto de la melatonina, lo que conlleva que las células tumorales sigan proliferando, destaca Mauriz.
“Cuando inactivamos la MT1, la melatonina sigue teniendo efecto, pero un efecto muy ligero, prácticamente no detiene el ciclo celular. De ahí que consideremos su papel como decisivo para la paralización de esta enfermedad”, ha destacado el investigador de este grupo multidisciplinar del que forman parte expertos en Biología, Medicina y Biotecnología.
Un tumor con alta mortalidad
Después del cáncer de páncreas, el hepatocarcinoma es el tumor con más mortalidad a los cinco años de padecerse. Suele provocar síntomas poco alarmantes, lo que dificulta su detección. Esto, junto con su carácter agresivo en el hígado hacen que sólo sobrevivan a él entre el 20 y el 25 por ciento de los pacientes tras este periodo.
Los síntomas generales son cansancio, pérdida de peso o dolor abdominal, aunque dependen de la situación fisiológica del paciente y de si padece otras enfermedades. “Estos síntomas pueden ser no muy intensos, o incluso no aparecer estando el paciente asintomático, lo que hace que en ocasiones no se acuda al médico. Y, sin embargo, la enfermedad sigue avanzando”.
Los tratamientos actuales son limitados: cuando el tumor no está muy avanzado se puede tratar localmente, mediante una sonda por ejemplo con etanol, o extirparlo quirúrgicamente en algunos casos.
El problema es que esta terapia no es efectiva en los diversos casos en los que la enfermedad se descubre en un estado avanzado. En este supuesto, actualmente la única solución que existe es el trasplante, una medida que “a veces funciona y a veces no”.
El primer factor que juega en contra es la escasez de hígados. En el caso de los enfermos a los que sí que se les realiza el trasplante, se pueden presentar complicaciones como el rechazo al nuevo órgano o, en algunos casos, la regeneración del cáncer hepático, ha aseverado el investigador.
Sustancia efectiva
Para mejorar la efectividad de los tratamientos se está investigando con diferentes sustancias, entre ellas, la melatonina, con resultados “prometedores”. Esta proteína se ha mostrado efectiva contra las células malignas, y además no produce ningún daño en los hepatocitos sanos.
Los investigadores proveen que no tendría efectos perjudiciales en el caso de que se utilizara para frenar el avance de este cáncer, ya que se ha se ha utilizado previamente en humanos a partir de diferentes compuestos hacen prever al investigador.
“Las dosis que estamos utilizando en células son elevadas, pero lo que sería el equivalente a la dosis en humanos creemos que no tendría especiales problemas si se tuviese que inyectar”, ha sostenido el científico.
Iniciada en 2011, la investigación ha sido financiada por la Consejería de la Educación de la Junta de Castilla y León y tiene un horizonte de dos años. En este trabajo con la melatonina también participa el Servicio de Oncología del Complejo Asistencial de León, a través de la figura de Andrés García Palomo, el jefe del servicio.