Durante los últimos meses, la sonda New Horizons nos ha ido proporcionando datos científicamente asombrosos, noticias que, poco a poco, los medios han ido difundiendo en un goteo informativo sorprendente y que, de alguna manera, nos han ido preparando para lo que ahora sabemos: el sistema Plutón-Caronte es, probablemente, uno de los geológicamente más interesantes del sistema solar.
Hace solo unos días, la revista Science publicó el primer artículo científico de la saga (pues seguramente habrá más), un trabajo magnífico y riguroso que muestra los principales hallazgos y los nuevos descubrimientos sobre Plutón, Caronte y también sobre los pequeños satélites Nix e Hydra. Pero esta investigación, a pesar de la novedad que representa, plantea a su vez nuevas preguntas que acrecientan aún más el enigma genético y de desarrollo que supone la evolución de ambos cuerpos planetarios.
Sabemos que la existencia o no de actividad geológica en un planeta o luna es uno de los aspectos más importantes para comprender su evolución y para evaluar sus condiciones de habitabilidad. En este sentido, los nuevos datos indican que Plutón cuenta con una corteza de hielo de agua. También se han identificado unidades geológicas jóvenes, que implican procesos muy recientes (tal vez incluso actuales), además de evidencias de convección del hielo en superficie, montañas de hielo, transporte de volátiles y flujo glacial.
Todo ello sugiere inequívocamente una geodinámica del hielo, sorprendente y desconocida hasta el momento, que se asemeja a la clásica actividad geodinámica interna de los planetas de tipo terrestre, con mantos y cortezas silicatados, y que plantea a su vez cuestiones apasionantes.
Y no solo Plutón, Caronte también muestra la existencia de tectónica y una composición cortical heterogénea. ¿Cuál es la fuente de energía que sirve de motor para el desarrollo de los procesos geodinámicos en objetos tan pequeños? ¿Qué es lo que hace que dispongan de vitalidad geológica?
Profundizar en sus misterios
Afortunadamente, gracias al estudio de Alan Stern y sus colaboradores ya disponemos de mapas geomorfológicos de sus superficies que, aunque relativamente simples, nos permitirán profundizar más en el significado y la interpretación de las distintas zonas y regiones superficiales de Plutón y Caronte, así como en las causas responsables de la geodiversidad planetaria que evidencian.
Esta geodiversidad también nos proporcionará información sobre las características de los materiales constituyentes de sus objetos precursores, denotando bien una indiferenciación o una diferenciación muy escasa de la materia primigenia de la que proceden.
Probablemente estos nuevos datos no sean suficientes (ni apropiados según algunos científicos) para revitalizar el debate sobre Plutón y los planetas enanos, tras la controvertida decisión tomada por la Unión Astronómica Internacional. Lo que sí parece claro es que el interés científico del sistema de Plutón es mucho mayor de lo que se esperaba, también en el ámbito de la habitabilidad.
Sabemos que la existencia de vitalidad geológica de un cuerpo planetario es fundamental como un factor que incrementa, de manera significativa, todo lo relacionado con sus condiciones de habitabilidad, algo sin duda importante en cualquier investigación astrobiológica. Por el momento, lo único que podemos decir es que, desde el punto de vista geológico, Plutón vive.
Jesús Martínez Frías es investigador científico del Instituto de Geociencias (CSIC-Universidad Complutense de Madrid) y Director de la Red Española de Planetología y Astrobiología (REDESPA).