La desigualdad de ingresos es una de las consecuencias más dramáticas y peligrosas de la crisis financiera. Aunque no se menciona con tanta frecuencia, la desigualdad de conocimiento también está aumentando a niveles sin precedentes y plantea riesgos significativos.
La brecha entre los que tienen conocimientos básicos acerca de temas importantes y los que no está creciendo rápidamente. La ciencia de hoy es más hermosa, más sutil, pero también más difícil de explicar, lo que plantea desafíos para que el público entienda las cuestiones importantes para su vida en una realidad cada vez más tecnológica.
Nuestro mayor conocimiento de las distintas áreas del conocimiento dificulta que el público en general tenga una comprensión adecuada de los temas importantes. Por ejemplo, la teoría de la evolución por selección natural de Charles Darwin ha fascinado a muchos debido a su simplicidad y elegancia. Ahora, a medida que aprendemos más sobre genética y biología molecular, la comprensión de la evolución se vuelve más precisa y rica pero también más compleja. Esto supone un reto adicional a la hora de explicar lo complejo a quien carece de la formación científica necesaria.
Existen numerosos esfuerzos por abrir las puertas de la ciencia al público en general. Un ejemplo en este sentido es el acceso abierto (Open Access) a las publicaciones científicas. Este movimiento avanza a medida que se crean nuevas plataformas que ensayan nuevas forman de pagar los costes de edición y publicación. A pesar de estos esfuerzos, a día de hoy, el acceso a la literatura científica de alta calidad y a los datos en los que se sustenta es todavía muy restringido y extremadamente caro. Del mismo modo, la enorme cantidad de investigaciones publicadas cada día hace que sea difícil mantenerse al día y distinguir lo importante del ruido, incluso para aquellos que trabajan en un tema especializado.
Nunca antes la ciencia se ha explicado tanto y de forma tan atractiva como en la actualidad. La tecnología e internet han hecho posibles documentales extraordinarios, realizados por profesionales altamente especializados. Existen páginas web con información de calidad, y contenido online para llenar una vida de horas de información. La paradoja es que a pesar de todo ello y del prestigio social de la ciencia y el uso generalizado de la tecnología, la pseudociencia, los remedios no probados y la toma de decisiones que ignoran los hechos están ganando espacio a pasos agigantados. De la misma forma que internet ha hecho la ciencia accesible a millones de personas, los remedios que no solo ofenden a la ciencia sino también al sentido común, se venden como rosquillas en páginas web que aprovechan la falta de regulación en esta área.
Analfabetismo científico
El analfabetismo científico supone un enorme obstáculo a la hora de captar a una nueva generación de científicos y equiparlos con las herramientas que necesitarán para prosperar en el futuro: una mente crítica, rigor en su trabajo y sumisión a la evidencia. Las instituciones educativas de todo el mundo afirman que están preparando a los estudiantes para las necesidades que demanda el mercado. Esto es un error, ya que muchas de las industrias que contratan hoy serán transformadas o desaparecerán durante la vida laboral de nuestros estudiantes. En lugar de ello, la educación debe centrarse en proporcionar los instrumentos que permitan a los profesionales del futuro adaptarse a una realidad que cambia rápidamente. Los millennials no deben ser educados para encontrar un buen trabajo, sino para inventarlo.
Los avances científicos tienen el potencial de mejorar el mundo, siempre que seamos capaces de hacerlos realidad. El Consejo de Tecnologías Emergentes, un grupo de científicos y expertos reunidos por el Foro Económico Mundial, acaba de hacer pública su lista anual de las diez tecnologías emergentes. Las nuevas tecnologías están proporcionando soluciones reales a los problemas complejos. Por ejemplo, cuando las fuentes renovables como la solar o la eólica generan más electricidad de la que demanda la red, el almacenamiento a gran escala permite ahorrar la energía sobrante. Por otro lado, nuevos materiales compuestos reforzados con fibra de carbono están reduciendo el peso de los coches –con lo que se disminuye su consumo de combustible– a la vez que nos protegen mejor contra los impactos.
Las ciencias del cerebro forman otra área en la que se están produciendo enormes avances. Estos son especialmente importantes en una población que envejece rápidamente. Los interfaces cerebro-ordenador ya permiten escribir en móviles y ordenadores utilizando solo la actividad eléctrica del cerebro. Otro ejemplo en este sentido es que dentro de poco será posible que personas con movilidad reducida controlen sus sillas de ruedas utilizando solo su pensamiento.
Tecnologías emergentes
Mientras tanto, el análisis predictivo nos permite aprovechar grandes cantidades de datos (Big Data) para construir modelos detallados y predictivos acerca de las personas y sus comportamientos. Esta tecnología nos ayuda a mejorar la planificación urbana o el diagnóstico médico. Es evidente que estas tecnologías ofrecen nuevas oportunidades, pero también representan grandes retos, por lo que es necesario un debate profundo, un amplio consenso y el control riguroso para asegurar un uso adecuado.
El establecimiento de un lenguaje común entre los responsables políticos, los empresarios y la academia es un gran desafío. Los gobiernos y los empresarios necesitan certeza para poder tomar sus decisiones, mientras que los científicos hablan de la probabilidad. Esto plantea importantes retos y demanda una estrecha colaboración. En la actualidad existen pocos foros en los que gobierno, empresarios y científicos discutan y acuerden temas de interés común y aprendan a entenderse.
La innovación suele mencionarse como una de las herramientas más efectivas para mejorar la competitividad de los países. Sin embargo, esta visión nos aleja de las soluciones que todos necesitamos. La desigualdad de conocimiento es un obstáculo importante en nuestra búsqueda de soluciones para viejos problemas. Las torres de marfil deben ser demolidas y los silos destruidos para acceder a la inteligencia colectiva del planeta. Necesitamos una revolución en la forma de hacer innovación que nos permita coinventar las soluciones para los problemas globales que enfrentamos.
Javier García Martínez es profesor y director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la Universidad de Alicante, fundador de Rive Technology y miembro del Consejo de Tecnologías Emergentes del Foro Económico Mundial.
Este texto es la versión en castellano adaptada del original publicado en el blog del Foro Económico Mundial.