La celebración del Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo es una oportunidad única para tomar conciencia del problema de los límites del crecimiento económico. La relación entre empresa, turismo y medio ambiente todavía no se ha estudiado lo suficiente, por lo que hacen falta más esfuerzos por parte de todos los agentes. Nuestro país, al ser una de las primeras potencias turísticas a nivel mundial, debe tomar la iniciativa y servir como ejemplo de turismo sostenible e inclusivo.
La preocupación por el medio ambiente que se desprende de la elección por la Naciones Unidas de 2017 como el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo tiene sus raíces en los estudios de los economistas clásicos del siglo XIX. Estos analizaron los límites al crecimiento económico fruto de las limitaciones impuestas por la escasez de recursos naturales.
Ya en el siglo XX, tanto el Informe Meadows (1972) como el Informe Brundtland (1987) pueden ser consideradas las primeras aportaciones técnicas modernas sobre los límites al crecimiento económico. Gracias a sendos textos pudimos tener conciencia de que las tendencias generales del aumento de la población, la industrialización, el nivel de contaminación ambiental, la producción de alimentos y el consumo de recursos naturales no son sostenibles a largo plazo, por lo que se requiere una acción coordinada y global que permita alcanzar el equilibrio entre la actividad económica y el medio ambiente.
Fue en estos momentos determinantes cuando se formuló y adquirió relevancia el término ‘desarrollo sostenible’, concebido popularmente como el desarrollo que responde a las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de desarrollo y satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras. A partir de aquí, por tanto, se produjo una llamada de atención general orientada a la revisión del modelo de crecimiento económico hasta entonces imperante.
Revisar el modelo económico implicaba reconsiderar el papel que jugaba cada uno de sus elementos clave, y como tal, la empresa no podía quedar fuera de esa reflexión. Así, no podía obviarse su papel como elemento clave para el logro del desarrollo sostenible.
Fruto de esta nueva visión que relacionaba el fenómeno empresa con el medio natural surgieron, en los años noventa, importantes contribuciones que no solo sostenían que el respeto al medio ambiente era clave para la competitividad futura de la empresa, sino que también representaba un factor esencial para lograr la inclusión social de los colectivos más desfavorecidos.
Mientras tanto y en paralelo al aumento de la relevancia del binomio empresa-medio ambiente, surgieron contribuciones destacadas en el ámbito del turismo sostenible que giraban en torno a tres ejes fundamentales: la delimitación conceptual del ecoturismo, el impacto de este tanto en el medio natural como en el ámbito socio-cultural y el desarrollo de casos de estudio orientados a destinos turísticos, comunidades, instituciones e industria.
El avance paralelo e independiente de ambas corrientes (por una parte, el binomio empresa-medio ambiente, y por otro, el ecoturismo o turismo sostenible) no nos ha permitido ver la relevancia que el tratamiento conjunto de estos fenómenos tiene tanto para el desarrollo económico como para el bienestar social de la población.
Ecoturismo y empresa
El estudio unificado de la relación entre empresa, turismo y medio ambiente se encuentra todavía en sus comienzos. Es necesario profundizar mucho más en la naturaleza de esta relación y en el análisis del papel de la empresa no solo como motor de empleo en la industria turística sino también, y de manera importante, como factor determinante en la conservación del medio natural y la inclusión social.
En este sentido, es evidente que una empresa turística que no respete el medio natural y las realidades locales sobre las que se fundamenta buena parte del atractivo de los servicios que ofrece no solo provocará efectos devastadores en el medio ambiente y en la población local, sino que también sufrirá en el plano competitivo, viendo peligrar en el medio y largo plazo su modelo de negocio.
Por tanto, es necesario fomentar la investigación que estimule el debate sobre los límites del crecimiento en el ámbito turístico y empresarial, mejorar la sensibilidad de empresas, ciudadanos, gobiernos e instituciones y capacitar a los alumnos de las facultades de Turismo para que tengan conciencia de la importancia de la gestión turística inclusiva y medioambientalmente sostenible.
Nuestro país, como una de las primeras potencias turísticas a nivel mundial, debe tomar la iniciativa, servir de ejemplo de turismo sostenible e inclusivo y no dejarse llevar por la autocomplacencia de unos datos coyunturalmente favorables. Hay mucho por hacer y el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo es un marco inigualable para demostrar que estamos a la altura del desafío que se nos plantea.
Concepción García Gómez es Decana de la Facultad de Comercio y Turismo de la Universidad Complutense de Madrid.
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