Los peores pronósticos se han hecho realidad. Hoy Reino Unido ha despertado con la palabra que miles de científicos llevaban meses temiendo: brexit. ¿Qué consecuencias tendrá para la investigación europea y británica esta decisión? La ciencia no entiende de fronteras y los resultados del referéndum podrían haber empezado a trazarlas.
La salida de Reino Unido de la Unión Europea traerá consecuencias impredecibles para el país. Este hecho histórico se produce tras una larga campaña cargada de opiniones y pocos datos objetivos, y con un sentimiento opuesto a la inmigración.
Hoy, muchos británicos y todos los europeos nos preguntamos sobre estas posibles consecuencias. Los mercados han empezado a dar las primeras respuestas. La economía del país se va a resentir con el brexit, al menos en estos primeros años en los que la incertidumbre va a reinar. Y ¿qué va a pasar con la ciencia británica? Nueve de cada diez científicos, incluidos trece premios Nobel y el reconocido Stephen Hawking o instituciones como la Royal Society se postularon en contra y advirtieron sobre los efectos negativos para la ciencia británica y la europea.
La investigación no entiende de fronteras y el brexit podría haber trazado ya la primera. En ciencia, hoy más que nunca la unión hace la fuerza. Miles de grupos investigan juntos con un mismo fin para abrir nuevas avenidas al conocimiento y mejorar nuestra calidad de vida, y todos ellos bajo el paraguas común de los programas marco de la Unión Europea.
No estamos hablando solo de fondos económicos para investigar, que también se verán afectados. Los efectos en el ámbito científico pueden ser desastrosos. Una economía británica más débil hace pensar en recortes en la inversión en l+D. A esto se añadirá la imposibilidad de solicitar fondos de los programas de Horizonte 2020 y a los prestigiosos proyectos del European Research Council, cuyo principal beneficiario sigue siendo a día de hoy Reino Unido.
Eduardo Oliver en el laboratorio de medicina experimental del Imperial College. / CERU
La salida de las acciones de movilidad del personal investigador Marie Sklodowska–Curie, que a tantos investigadores europeos ha formado, unido a la perdida de los derechos como ciudadanos europeos, mermará sin duda la capacidad del país de atraer talento.
Aislado de la toma de decisiones
En el mejor de los escenarios, el país se verá obligado a firmar convenios puntuales para tener acceso a estos programas, pero sobre todo tendrá que firmar acuerdos para poder permanecer en los grandes proyectos europeos que van a suponer un avance tan importante para la humanidad como el Human Brain Project o la participación en las investigaciones del CERN. ¿Cómo serán esos acuerdos y cuándo se empezarán a poner en marcha?
Por si fuera poco, un socio tan potente como Reino Unido puede quedar aislado de la toma de decisiones en Europa. En el peor de los escenarios previstos, todas estas consecuencias pueden llevar a muchos investigadores a plantearse emigrar a otros países donde sean mejor recibidos y tengan mejores oportunidades. El brexit podría haber abierto las puertas a una dolorosa fuga de talento.
En este escenario, no solamente tienen mucho que perder los científicos británicos y europeos, la ciencia y el avance del conocimiento están en riesgo.
Eduardo Oliver es investigador de farmacología en la división de Medicina Experimental del Imperal College de Londres. También ocupa el cargo de presidente de la sociedad de Científicos Españoles en Reino Unido (CERU).