Comienza el curso con algún ‘paseo científico’ que te haga descubrir a la vez naturaleza e historia. Los valles y abruptos cantiles del Parque Natural de Valderejo, en el extremo occidental de Álava, esconden monumentos megalíticos y pinturas rupestres. SINC te enseña tierras en las que podrás conocer los secretos de un viejo menhir, admirar las figuras inscritas en rocas, y disfrutar del entorno natural.
El punto de partida de las excursiones por el Parque Natural de Valderejo es la Casa del Parque o Parketxea situada a las afueras de Lalastra, uno de los cuatro núcleos rurales del parque. Los otros tres son Lahoz, Villamardones y Ribera, aunque estos dos últimos se abandonaron hace décadas y hoy solo se pueden visitar sus ruinas. La despoblación del territorio ha propiciado que todo Valderejo esté ya incorporado al municipio alavés de Valdegovía.
Desde Lalastra un grupo de excursionistas ha decidido subir hasta el portillo de Gustal, donde se encuentra un menhir de cerca de 5.000 años que ha sido recientemente restaurado. Las primeras evidencias de asentamientos humanos en esta zona se remontan al Neolítico, y así lo constatan los campos de túmulos prehistóricos -como el de San Lorenzo- que se han encontrado y los lugares de culto y enterramiento de primitivas comunidades de pastores.
En el Portillo del Lerón, a 1.175 metros de altitud, el grupo ha podido observar las pinturas rupestres de cuatro intrigantes figuras, descubiertas de forma casual en marzo de 2006 por un equipo liderado por Fernando Galilea, responsable de prospecciones del parque. Se trata de un sol, un arquero, un dibujo antropomórfico y una especie de vaca alineados en poco más de un metro de roca.
Pinturas rupestres del sol y el arquero
¿Qué representan estas imágenes? Según los investigadores del Instituto Alavés de Arqueológia que las han analizado, podrían ser un ideograma o conjunto de símbolos que transmiten un mensaje relacionado con el cuidado del ganado que realizaron los primeros pobladores de Valderejo. El sol podría hacer referencia al día o al verano.
Los expertos han datado las figuras entre el 3.000 y 2.000 antes de Cristo, en la transición del Neolítico a la Edad de Bronce. Los trazos esquemáticos de las pinturas y el empleo de pigmentos minerales rojizos parecen indicar que estas pinturas se realizaron con la técnica prehistórica propia del “arte levantino”, un bien cultural Patrimonio de la Humanidad característico del arco mediterráneo de la Península Ibérica.
Desde la Prehistoria la zona de Valderejo ha servido de paso, a través del valle del Ebro, entre la cuenca mediterránea y la cornisa cantábrica, además de territorio fronterizo entre Euskadi y Castilla-León. De hecho, el actual Parque Natural, declarado como tal en 1992, es una península de tierra vasca que se adentra en la provincia de Burgos.
El grupo de excursionistas divisa la frontera entre las dos comunidades desde lo alto de uno de los cantiles del parque. Valderejo es, en realidad, un amplio y elevado valle por el que discurre el río Purón, cercado por laderas muy empinadas e imponentes cantiles de piedra caliza. Aquí vive la colonia de buitre leonado más numerosa del País Vasco.
La Sierra, camino del Recuenco
Más de la mitad de sus casi 3.500 hectáreas están cubiertas de bosques de pino albar, hayas y encinas. Entre los árboles a veces se pueden observar mamíferos como el corzo, el gato montés o la garduña, pero hoy los visitantes solo han podido divisar algunas de las pocas vacas que crían los escasos pobladores actuales.
El menhir misterioso
En cualquier caso, el objetivo del grupo hoy no es tanto la interesante flora y fauna del parque sino sus restos prehistóricos. En el horizonte se otea el menhir. No tardan en llegar al portillo de Gustal y tocar con sus propias manos el enorme monolito. Mide 3,75 metros y pesa alrededor de 1.300 kilos.
En 1982 el sacerdote Félix Murga descubrió el menhir y dejó constancia de ello, pero no fue hasta 2005 cuando el Instituto Alavés de Arqueología tomó cartas en el asunto. Los expertos del centro comprobaron que el monumento estaba partido en dos, y una de las partes permanecía anclada en el suelo, en un agujero de unos 70 cm de profundidad.
Bajo la dirección de Koldo Martínez, profesor de geología en la Universidad del País Vasco, y del arqueólogo Pedro José Lobo, el monumento se restauró en 2007. Para trabajar mejor, se optó por bajarlo a la casa del parque y allí se unieron las dos piezas con varillas de hierro galvanizado, inyecciones de hormigón y otros materiales, respetando la forma y dimensiones de la gran roca.
Una vez restaurado, los investigadores optaron por colocar el menhir un poco desplazado respecto a su ubicación inicial. Hoy se puede observar la situación del agujero original, donde también se han encontrado numerosas herramientas de silex fragmentadas.
Grupo de excursionistas en el menhir de Gustal.
No han aparecido restos orgánicos asociados al monumento para hacer la datación con la técnica del carbono 14, pero las similitudes de este menhir con otros de la Cordillera Cantábrica hacen pensar a los expertos que se debió de levantar hace unos 5.000 años. Respecto a su función, pudo ser un gran hito que sirviera de referencia a los antiguos pastores y ganaderos cuando recorrían la Sierra de Bóveda y el macizo de Árcena que rodea Valderejo.
Los excursionistas se hacen la foto de rigor junto al menhir de Gustal y regresan por la ruta que devuelve a Lalastra. Los dibujos rupestres, los monumentos megalíticos y las herramientas de silex continúan siendo el tema de conversación en el camino de vuelta. Ahora la Diputación Foral de Álava planea dotar al Parque Natural de Valderejo de algún tipo de reconocimiento cultural que ayude a proteger esta riqueza arqueológica que se suma a su interesante patrimonio agropecuario y natural.