Científicos del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) han creado una máquina que detecta y separa las naranjas podridas, otra que clasifica los gajos de mandarina según su calidad y una tercera que ayuda a los recolectores de cítricos en el campo. Todos los prototipos utilizan la visión por computador para realizar la inspección automática de las frutas.
La máquina clasifica los cítricos según su calibre, coloración y el posible daño en la piel.
En 2002, la Autoridad Alimentaria Nacional Sueca publicó un estudio en el que por primera vez se informaba de que la acrilamida, un contaminante, se encontraba presente en algunos alimentos comunes ricos en almidón cuando se cocinaban a altas temperaturas. Se trata de un elemento residual que se puede encontrar en alimentos procesados como las galletas, los cereales de desayuno o las patatas fritas y puede afectar a la salud. Instituciones y empresas europeas del sector han formado un consorcio para reducir la presencia de esta y otras sustancias químicas de alimentos procesados. Entre ellos, está el CSIC y el grupo Siro, única empresa española participante, a través de su centro i+dea de El Espinar (Segovia).
Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y la Universidad Politécnica de Valencia han realizado un estudio que trata de optimizar el periodo de caducidad, así como los cambios sensoriales (aroma, olor, apariencia, textura…), que experimenta el jamón cocido envasado al vacío cuando se somete a técnicas de conservación como la ionización.
Hace años era muy sencillo conocer el origen de los alimentos que consumíamos. Podíamos saber dónde pastaban las vacas, quién mataba el ganado que comprábamos, cómo se fabricaba el queso o con qué uvas se hacía el vino. Sin embargo, el auge de las grandes superficies y la exportación de los productos impide en la actualidad que los consumidores conozcan no sólo el origen de sus alimentos sino los procesos a los que son sometidos desde la granja hasta la mesa, con la consecuente merma de confianza del consumidor en los alimentos que compra.
La tesis analiza cómo funciona el sistema por dentro para ver qué algoritmos se pueden diseñar después. Imagen: Tim Collins
Un equipo de investigadores de la Universidad de Valladolid ha analizado 40 marcas de cerveza y ha encontrado que las cervezas negras presentan mayor cantidad de hierro libre que las rubias y las sin alcohol. El hierro, además de ser un elemento esencial en la dieta humana, ayuda a oxidar los compuestos orgánicos que dan estabilidad y sabor a estas bebidas.
Las cervezas negras contienen 121 ppb de hierro libre frente a los 92 ppb de las rubias. Imagen: SINC.